Zarapito Real

Numenius arquata

El Zarapito Real, Numenius arquata, es el limícolo de mayor tamaño de los que se reproducen en Europa. También es posiblemente el más fácil de identificar, no sólo por su gran tamaño sino por el pico largo y curvado hacia abajo que, en las hembras, mayores que los machos, puede alcanzar una longitud de quince centímetros. En éstos no suele sobrepasar los trece centímetros. El plumaje es pardo oscuro con tonos más claros en las partes superiores y el obispillo blanco algo rayado, pero que es dato muy conspicuo en el vuelo. La cabeza y el cuello son pardos pero tienen muchas rayas y un moteado marrón que se extiende por el pecho hasta el vientre, que es blanco y también algo rayado. El pájaro presenta en conjunto un plumaje sin rasgos muy definidos. Sin embargo, en la primavera estos colores son muy intensos y no hay duda de que también tienen su belleza. El color de pico es pardo oscuro y las patas grises, a veces con tonos verdosos. Prestando atención a un bando de zarapitos reales se pueden diferenciar los machos de las hembras. Aquellos son notoriamente menores que éstas. En conjunto es un pájaro inconfundible, que, generalmente, a la subida de la marea se asocia con otros correlimos y andarríos y cuando están posados en un arenal u orilla de un fangal, los zarapitos parecen verdaderos gigantes entre los demás limícolos.

Su hábitat favorito son los estuarios fangosos y en migración las playas, bien de limo o de arena. También se le puede ver en las rocas de la costa, pues las mareas le obligan a buscar posaderos fuera del suyo tradicional en los estuarios. Estas mareas los empujan frecuentemente a zonas de vegetación acuática y praderas. Durante la primavera los zarapitos reales frecuentan los campos en colinas y laderas de pequeñas montañas, pero rara vez se les puede ver a grandes alturas. Se dice que este pájaro ha pasado de un hábitat típico en el páramo a una zona donde se multiplican las tierras cultivadas y los pastos. Sin embargo, conserva una gran preferencia, por lo menos en el norte de Iberia, por las laderas de colinas y los campos en los que abunda el tojo (Ulex europaeus).

Los hábitos de esta especie están muy bien estudiados porque es abundante en toda Europa, desde el noroeste de Francia, Islas Británicas, costas de Noruega, Suecia y Finlandia y por Europa central, excepto en los países mediterráneos. En España cría todos los años en algunas zonas cantábricas y posiblemente en el norte de Galicia. Pero solamente contadas parejas. En la ría de Villaviciosa, donde abunda durante todo el año, y en unos campos próximos, varias parejas intentan anualmente anidar sin que las puestas puedan ser llevadas adelante por la depredación humana en la mayoría de los casos. Algunos coleccionistas de huevos son responsables de esta situación. Afortunadamente, desde hace pocos años, unas dos parejas se reproducen en la ladera de un monte asturiano próximo a la costa, con variado éxito. En la primavera de 1973 la cría tuvo un pleno éxito y pudo ser bien estudiada. Pero en 1974, a pesar de que los pájaros ocuparon el mismo lugar, un depredador no determinado, muy probablemente un Aguilucho Pálido Circus cyaneus que crió justamente en el mismo lugar, fue el culpable del fracaso de la nidificación.

El Zarapito Real es uno de los limícolos más desconfiados que existen en la avifauna europea. Indudablemente hay en cada ría de las costas españolas del Cantábrico y Atlántico una población sedentaria formada, casi exclusivamente, por inmaduros no reproductores que permanecen en el mismo lugar con ocasionales desplazamientos a rías o costas próximas los años de la inmadurez y que adquieren un grado de desconfianza que varía mucho, desde una innata timidez hasta una elevada intranquilidad en función de la persecución cinegética a que se ven sometidos en todo el norte de la Península.

Normalmente aprovecha la bajamar para desperdigarse por los extensos limos donde pasa las horas comiendo moluscos, pequeños crustáceos, sobre todo cangrejos, que captura cuando éstos emergen del fango al subir la marea. En algunas rías, la navaja es una de sus principales presas. Cuando se alimenta en extensos fangales, lo hace frecuentemente comiendo algas y el gusano de arena Arenicola marina. La forma en que captura los cangrejos es muy curiosa, pues lo hace siguiendo la línea del agua, frecuentemente dentro de ella, llegándole ésta hasta las plumas del vientre. Cuando los cangrejos sor grandes, los coge con el extremo del pico y corre con ellos como si sintiera temor a que se los arrebataran, dándoles fuertes sacudidas y golpes en el suelo hasta que los deshace y traga. Cuando penetra en los campos come infinidad de insectos entre la hierba, lombrices de tierra, moluscos, etc., y se dice que semillas. Su voz más común es un grito emitido en tono alto y dulce que podría expresarse como ¡quee-íí!», pero posee otras voces entre las que la más escuchada es la de alarma «Kiu-ííl», repetida con insistencia en tono lastimero y que se escucha desde muy lejos.

Cuando en marzo llegan los zarapitos a la zona en la que van a anidar, sus gritos y el canto se oyen por todos lados. No puede expresarse en el papel la melodía de sus trinos y silbidos, emitidos muchas veces a coro y que en seguida llaman la atención. A pesar de la llegada tan temprana al lugar de la reproducción, ésta no empieza hasta bien entrado el mes de mayo, por lo menos en el norte de la península. Las parejas eligen casi siempre la ladera en suave declive de un monte. Pronto sus vuelos y gritos se hacen familiares para todos los habitantes de la zona. El cortejo observado consiste en vuelos acrobáticos, unas veces de los dos pájaros y casi siempre del macho, quien inmediatamente se posa al lado de la hembra y canta con fuerza. Al amanecer y cuando ya se puso el sol son las horas en que la voz de los zarapitos se escucha más en la campiña, elevándose por encima del canto de los otros pájaros.

Construyen el nido con hierba seca en el suelo escondido entre la alta hierba, donde ambos adultos incuban, aunque lo hace más a menudo la hembra. Mientras tanto, el macho permanece posado cerca del nido, pero a veces también a notable distancia. A pesar de estar alejado, cualquier aproximación al nido de una persona o animal, y sobre todo si es sobrevolado por un cuervo o un ave de presa, provoca una inmediata reacción en el zarapito que se lanza a un vuelo circular y escandaloso, lanzando repetidamente su grito de alarma. Como esta situación se prolonga por casi tres meses, todo el mundo en el lugar sabe que los zarapitos están criando y es verdaderamente milagroso que sean capaces de conseguir el éxito en su reproducción. La puesta consiste normalmente en cuatro huevos. Tienen un color pardo verdoso claro y muchas manchas marrón rojizo. La incubación dura aproximadamente un mes y los pollos abandonan el nido entre las veinticuatro y cuarenta y ocho horas después de nacer, refugiándose en el matorral más próximo. Allí son atendidos por ambos adultos, que los vigilan continuamente y muestran la misma alarma que cuando están incubando.

En un nido vigilado en 1973 se observó que a los pocos días del nacimiento uno de los adultos abandonó el lugar y no volvió a ser visto, quedando solamente el otro, que permaneció allí exactamente durante cuarenta y cinco días hasta que los jóvenes fueron capaces de volar. Estos recorrían con frecuencia largas distancias por entre la hierba alta de los prados, pero normalmente volvían a la zona del nido por la noche. El adulto que permanecía en el lugar usaba como posadero una elevación del terreno, desde donde vigilaba cualquier posible peligro.

Muchos zarapitos se han anillado en toda Europa. Es un gran viajero, formando tan enormes bandos que cuando se ven a distancia parecen gaviotas volando en línea o ángulo, alcanzando muchos las costas más meridionales de Africa. Pero su cuartel de invernada está fundamentalmente en las costas europeas de Irlanda, Gran Bretaña y las atlánticas y cantábricas de Francia e Iberia. En conjunto se nota una clara tendencia a emigrar hacia el Sudoeste y muchos alcanzan pronto las costas del noroeste de Africa.

Las costas atlánticas de Francia dan una extraordinaria cifra de invernantes, lo que se nota cuando las olas de frío, en que nuestras costas y estuarios del Cantábrico y Galicia pueden más que quintuplicar su habitual población. Esta se estima en varios millares de individuos repartidos por los extensos fangales de las rías, y que posiblemente no superará en mucho los tres mil. En las costas portuguesas se estimó en diciembre-enero (1968-69) una población de invernantes que no alcanzaba los quinientos. En el censo de 1973 se calculó para Galicia una población invernante en el mes de enero de mil quinientos zarapitos. En Cantabria, peor censada, no llegaron a quinientos (358) y cifras menores en el levante español. En la desembocadura del río Odiel (Huelva) se contaron quinientos. Indudablemente, nuestra población de zarapitos invernantes no puede compararse en número con la francesa o con la de las costas de las Islas Británicas.

La mayoría de las recuperaciones de zarapitos anillados han ocurrido en las costas cántabro-atlánticas, destacando las de Asturias, la ría de Villaviciosa sobre todo, y en Portugal, El Aveiro.

Los zarapitos tardan por lo menos tres años en llegar a la madurez y son aves que alcanzan gran longevidad. Bernis cita el caso de uno anillado como pollo en Suecia en 1926 que se recuperó en Gran Bretaña en 1958, es decir, a los 31 años y medio de edad. Desde luego que se trata de un caso excepcional, pero los que se aproximan a la mitad de esa edad son muy numerosos.

Si la población de invernantes en las costas del norte de Iberia es importante, no lo es menos el número de los inmaduros que permanecen en las rías en época de reproducción. Se estima que en conjunto no menos de 500-800 zarapitos no reproductores se distribuyen por las rías de Treto, San Vicente de la Barquera y Tina Menor (Santander), Villaviciosa (Asturias), Eo (Asturias-Lugo), Santa Marta de Ortigueira (La Coruña) y por las innumerables rías de la costa atlántica de Galicia, donde la ría de Arosa (Pontevedra) concentra una importante población.