Zampullín Común Tachybaptus ruficollis El Zampullín Común Tachybaptus ruficollis el más pequeño
y a la vez el más abundante de los somormujos europeos y quizá el más
escondedizo de todos, por lo menos durante la época de la
reproducción. En
ella los adultos tienen el plumaje de las partes superiores, incluida la
cabeza, de color marrón negruzco. Los carrillos, la garganta y parte
anterior del cuello son castaño rojizo. El pecho es parduzco y el resto de
las partes inferiores es de color blanco grisáceo, más oscuras en los
flancos. Los ojos son marrón rojizos, rojo brillante en la época de la cría;
el pico es negro con la punta blanca y en él es muy visible la base de color
verde amarillento. Las patas y pies son verde oliva o grisáceos. En conjunto
este pequeño pájaro presenta un aspecto redondeado y de cuerpo romo, sin
cola. El pico es fuerte, proporcionalmente y puntiagudo. A partir del mes de
agosto comienza una muda que cambia completamente la coloración de su
plumaje. Pierde las plumas de las alas con rapidez y en apariencia y visto
de lejos su plumaje es pardo con las partes superiores más pálidas que
durante la reproducción, desapareciendo también el color rojizo del cuello.
Las partes inferiores son entonces muy blancas. Los jóvenes del año
pueden ser distinguidos por las manchas blancas bien definidas que tienen en
los lados de la cabeza. La identificación de este
pájaro no ofrece dudas, pues a su pequeño tamaño y coloración de plumaje ya
descrito, une el ser el único somormujo europeo que no desarrolla durante la
reproducción las plumas ornamentales tan características de los demás
somormujos. También es muy característica la forma de la parte final del
cuerpo. Normalmente lleva las plumas de ella de forma que le dan una
apariencia aún más chata, como si de la popa de un barco se tratara. Al volar lo hace en
general por cortas distancias, muy bajo sobre el agua. En migración su vuelo
es más alto, pero con frecuencia se le puede también ver a pocos metros de
la superficie del mar. Sobre la tierra vuela alto, pero no lo suficiente
para que su voz no pueda ser escuchada. Los demás somormujos europeos tienen
menos tendencia a volar. El Zampullín Común se zambulle en seguida que se le
sorprende y es muy tímido, en especial durante la reproducción. A distancia
y con poca luz puede ser confundido en esta época con los jóvenes de
ZampuIlín Cuellinegro Podiceps nigricollis, pero su plumaje es mucho
más marrón por encima y el pico más recto, además de tener el cuerpo corto y
romo por detrás. Se zambulle continuamente
y permanece bajo el agua por períodos que no suelen superar los 15-20
segundos. Si se espera a que reaparezca y se le sigue, vuelve a zambullirse
de nuevo, pero si se insiste levanta el vuelo, batiendo rápidamente las alas
y se aleja una corta distancia solamente. La segunda zambullida dura poco y
se nota que el pájaro necesita un tiempo prudencial para recuperarse.
Durante la reproducción es frecuente que si está alarmado sólo asome fuera
del agua la cabeza. A veces es difícil de descubrir, pues permanece entre la
vegetación acuática mostrando solamente el cuello y la cabeza. Esta actitud
es muy corriente en él. Su hábitat típico durante
la primavera y parte del verano lo constituyen lagunas con vegetación
acuática, charcas, remansos, colas de embalses, etc. Parece rehuir grandes
extensiones de agua y rara vez sale al descubierto. En la mitad final del
verano aparece en los estuarios y en las costas, siempre solitario o
viéndose dos próximos y mostrando una gran querencia al lugar donde puede
ser observado el mismo zampullín por varios días consecutivos. Witherby
señala que aunque en pocas ocasiones, puede ser visto en tierra,
permaneciendo entonces en posición tiesa con facilidad, con el cuerpo
ligeramente inclinado hacia adelante y los tarsos formando un ángulo de unos
60°. También puede andar y aun correr bien en cortas distancias. En el
invierno, en zonas apropiadas pueden formarse pequeños bandos que reposan en
lagunas y zambulléndose continuamente, a veces al unísono. Si son asustados,
todos levantan el vuelo a la vez y resulta un espectáculo curioso ver a
estos pequeños somormujos de vuelo rápido con alas cortas y redondeadas y
sobresaliéndoles por detrás del cuerpo las patas, sin que se aprecie el
color blanco que tienen las plumas secundarias y que solamente es notorio si
el pájaro se examina en la mano. La voz del Zampullín
Común puede ser escuchada muy a menudo a partir del mes de marzo y hasta el
de junio inclusive. En julio desciende su frecuencia y en los meses del
otoño se oye esporádicamente. En invierno permanece casi mudo, comenzando a
oírsele en los últimos quince días de enero. Su voz más típica y conocida es
un trino emitido en tono muy alto, que casi recuerda al relincho de un
caballo situado lejos. Cuando está alarmado al acercarse a él un observador,
lanza continuamente un suave «¡uit!» En vuelo es bastante silencioso, aunque
de forma ocasional también se puede escuchar su trino en las noches de otoño
sobre zonas bien iluminadas, que indudablemente le atraen. Normalmente en lugares
favorables de la mitad sur de la Península los zampullines comienzan a
ocupar sus territorios a partir de mediados de febrero. No obstante, en esas
fechas aún se ven muchos formando pequeños bandos. Marzo es el mes más
propicio para observar el cortejo nupcial, que, a diferencia del
representado por otros somormujos, en esta especie que carece de plumas
ornamentales en la cabeza y cara, los sonidos forman el principal componente
de aquél. Su nota típica puede ser emitida por uno solo de los miembros de
la pareja o por los dos, estando ambos muy juntos o mirándose cara a cara.
Algunas veces el trino es bastante corto, pero en otras (Huxley, 1919)
existe considerable variación en los tonos y en la longitud y duración de
los sonidos. El dueto que los dos pájaros forman es curioso, mirándose
mutuamente y estirando sus cuellos al máximo. Estas ceremonias pueden ser
efectuadas lo mismo entre los carrizos que en aguas libres de vegetación.
Frecuentemente después de una de estas emisiones vocales, uno de los pájaros
se zambulle y cuando vuelve a la superficie inmediatamente continúa su canto
junto al otro. Huxley no fue capaz de hallar diferencias entre los sonidos
emitidos por el macho y la hembra, aunque no se pueden excluir. Señaló, sin
embargo, que la diferencia en tamaños entre los miembros de una pareja es
siempre clara y mucho más marcada que, por ejemplo, en el Somormujo Lavanco
Podiceps cristatus. También apreció variedad en la coloración. Se sabe
que el Zampullín Común es un pájaro muy estrictamente territorial y defiende
su zona con gran apasionamiento. En los lago o charcas, donde varias parejas
ocupan una reducida zona de vegetación acuática que, además, comparten
normalmente con otras parejas de anátidas como el Anade Azulón Anas
platyrrhynchos, las luchas que mantienen unos con otros por un pequeño
territorio no son para describir. La zona libre de vegetación parece ser
lugar neutral donde los zampullines se confunden con las fochas comunes
Fulica atra
y las luchas se interrumpen. La construcción del nido
comienza en los últimos días de marzo y más a menudo en abril. Se observa
que la preferencia de esta especie por pequeñas extensiones de agua es tan
grande que si al lado de un gran lago existen pequeñas charcas o lagunejas,
los zampullines mantienen en éstas una muy superior densidad. El nido es
construido por ambos sexos y forma un montón desordenado de hierbas y
plantas acuáticas medio podridas colocadas sobre la superficie del agua, y
que ambos adultos traen del fondo de la. laguna. A veces estos nidos
resultan destruidos por una inesperada crecida de las aguas. Sin embargo,
los pájaros tienen un sentido especial para ello y en lugares donde la
elevación del nivel del agua es cosa frecuente, procuran construir el nido
entre arbustos a regular altura sobre la superficie. En el centro de ese
montón de plantas y en la depresión que se forma al sentarse encima los
zampullines, efectúan la puesta consistente normalmente en cuatro huevos.
Puestas de cinco y seis no son infrecuentes y a menudo se encuentran también
de tres, siendo raras las de dos huevos. Estos son de color blanco o blanco
cremoso, tiñéndose paulatinamentente de pardo rojizo e incluso son marrones
al final de la incubación. Para cien huevos medidos por Jourdain se obtuvo
un promedio de 37,8 x 26,2 mm. Como la especie cría por lo menos dos veces,
la reproducción puede prolongarse hasta el mes de septiembre, pero lo normal
es que ya a finales de julio los pollos de la segunda puesta estén casi
emplumados. La incubación que empieza con el primer huevo dura 19-20 días
para cada uno. Éstos son dejados por la hembra en días alternos y se hace
difícil calcular el período de la incubación con exactitud, puesto que ésta
puede empezar también con la puesta de uno de los últimos huevos. Witherby
señala 23-25 días desde el comienzo de la incubación hasta que el último
huevo haya eclosionado. Ambos pájaros toman parte en ella y están siempre
extremadamente alerta (Bird, 1933). El zampullín que está incubando, si es
molestado, deja el nido inmediatamente y cubre los huevos con hierbas, antes
de alejarse. Si se lanza al agua permanece cerca con todo el cuerpo
sumergido, dejando sólo la cabeza fuera del agua. Poco a poco va asomando el
cuello y ya tranquilizado vuelve al nido. Aparentemente hay períodos diarios
constantes para la incubación por cada uno de los adultos. El relevo es
efectuado previa una curiosa ceremonia cuando el pájaro que llega realiza
como una reverencia, acompañada de un suave silbido que apenas es
perceptible, trayendo en el pico trozos de plantas verdes con las qué
contribuye a que el nido sea cada vez más abultado. Se cree que la
fermentación producida por la vegetación medio podrida aportada al nido
contribuye a la incubación. Normalmente cada pájaro al ir a iniciar el
relevo trae siempre algún material para el nido. Los jóvenes zampullines son
atendidos en el agua por ambos adultos y con frecuencia se colocan sobre el
dorso de los padres, donde permanecen medio ocultos entre las plumas, sin
inmutarse cuando aquéllos se zambullen. Si la hembra anida otra vez, el
macho se encarga de atender a los jóvenes. De hecho siempre que se ve sólo a
uno de los adultos en compañía de los pequeños hay que suponer que una nueva
puesta ha comenzado. Una tercera cría parece ser ocasional. Los zampullines comunes
se alimentan, sobre todo, como ya se ha dicho, de insectos acuáticos.
Pequeños peces y moluscos son también parte importante en la dieta. De éstos
se han determinado principalmente Littorina, Valvata, Rissoa y Lacuna.
Igualmente pequeños crustáceos (Gammarus spp.) y escasa materia
vegetal. Rara vez plumas y pequeños guijarros se han encontrado en su
estómago. Esta especie netamente
paleártica se distribuye en Europa por todo el Continente menos en los
países escandinavos, donde solamente se reproduce en el sur de Suecia. Falta
también en Islandia. En Iberia habita regularmente por todos sitios con
densidades regulares. Las mayores concentraciones están probablemente en las
Marismas del Guadalquivir, lagunas y marismas del Aveiro (Portugal), delta
del Ebro, Laguna de Gallocanta en Zaragoza, Albufera de Valencia, etc., por
citar lugares naturales. También en las colas de los embalses y debajo de
vegetación colgante en orillas de las isletas en ellos formadas. Tampoco
escasea en los remansos de muchos ríos y, en general, pasa muy
desapercibido. En Baleares se reproduce en Mallorca, es dudoso en Menorca y
falta en las demás islas. Aragüés (1974) estima que en 1973 en la Laguna de
Gallocanta (Zaragoza) criaban no menos de 60-70 parejas. Pardo-Santayana
(1974) calculaba para el pantano del Ebro en 1973 unas 50-70 parejas. En las
marismas del Guadalquivir la población es muy grande, probablemente la mayor
de la Península. Muchos zampullines
europeos emigran hacia el Sur en el otoño y se ven en nuestras costas y
estuarios, por lo que una notable población invernante puede unirse a los
pájaros nativos. En el censo efectuado en enero de 1972 en toda España y que
Bernis estimó como muy incompleto por diversas razones, solamente se
contaron 631 zampullines comunes, cifra muy inferior a la que debería
resultar de la alta población que se reproduce en la Península Ibérica todos
los años, más la apreciable cantidad de invernantes extranjeros. Sin
embargo, en el recuento de zampullines se dan causas curiosas que impiden un
censo más exacto. En el invierno de 1968-69 en Portugal, Pagezy y Trotignon
no fueron capaces de ver más que un solo Tachybapyu ruficollis y éste
en las extensas marismas de Aveiro (Portugal). Cualquier embalse español de
las provincias de Badajoz y Toledo reunía en las mismas fechas varios
centenares de zampullines. En el invierno de 1973-74 en el delta del Ebro se
censaron solamente 84 zampullines, cantidad muy inferior a lo que se podía
esperar para aquel lugar. En enero de 1974 en las lagunas de las provincias
de Sevilla y Cádiz se contaron 310 zampullines comunes. Dado que este
pequeño pájaro inverna por doquier, ya sea en una pequeña charca, laguna o
embalse, fácil es deducir cuán numerosa puede ser la población invernante en
la Península Ibérica. Los zampullines ibéricos
sufren grandes pérdidas todos los años. Ya cuando los pequeños pollos dejan
a duras penas el nido y se lanzan al agua, tienen numerosos enemigos que
diezman sus efectivos. El Aguilucho Lagunero Circus aeruginosus y
otras aves de presa no son peores enemigos que las fochas. Peces tan voraces
como el Lucio Esox lucius pueden también atacarlos con éxito. |