Pico Picapinos
Dendrocopos major El mas popular de los
pájaros carpinteros europeos el Pico Picapinos
Dendrocopos
major es el que posee un plumaje más llamativo y su identificación no
ofrece dudas cuando se le distingue posado
contra el tronco de un árbol. La
subespecie hispanus ha sido asignada a los picos
carpinteros que viven en la Península Ibérica. Se caracteriza por poseer un
plumaje que en conjunto resulta más oscuro que el de otras subespecies
europeas. También el tamaño es determinante de la raza. El promedio alar
medido es el más bajo de todas las subespecies consideradas
para el Paleártico occidental (Vaurie, 1965). El
macho adulto tiene las partes superiores negras con la frente amarillenta,
la nuca roja y la parte superior de la cabeza o píleo negro intenso. La
cara, la garganta y un parche pequeño a los lados del cuello son blancos
ligeramente teñidos a veces de ocráceo muy claro o parduzco y variable de
unos individuos a otros. Los blancos carrillos están separados de la
garganta por una estrecha banda negra. Las plumas escapulares de las alas
forman una figura redondeada u ovalada muy conspicua lo mismo que las negras
primarias y secundarias moteadas de blanco. Las partes inferiores son blanco
ocráceas y a partir de la mitad del vientre las plumas tienen color rojo
vivo, extendiéndose por debajo del nacimiento de la cola. Esta es negra en
las rectrices centrales (dos pares) y negra y blanca en las dos rectrices
exteriores de cada lado que tienen bandas negras y son muy visibles cuando
el pájaro apoya la cola contra la superficie del árbol. El obispillo es
negro. Las hembras carecen de la mancha roja en la nuca y el resto del
plumaje es igual. Los jóvenes poseen todo el píleo de color rojo formado por
las puntas rojas de las plumas. La mancha o banda estrecha negra que nace en
la base de las mandíbulas es discontinua y a menudo está punteada de blanco.
Las partes inferiores son más pálidas que en los adultos. El pico es gris
plomo algo más pálido en la base y las patas y pies grises o gris verdoso.
El iris de los ojos es rojo en los adultos y pardo en los jóvenes. Si
fácil es identificar
el
Pico Picapinos cuando está posado, no lo es menos cuando
vuela. Las grandes manchas blancas de los hombros, las plumas de vuelo,
primarias y secundarias, densamente rayadas del mismo color y el blanco de
las rectrices exteriores de la cola contrastan mucho con la espalda y la
cabeza negras. Este
es un pájaro típico de toda clase de bosque, encontrándosele desde los
hayedos y robledales cantábricos hasta el encinar y alcornocal de la Iberia
seca, pasando por los extensos pinares de las laderas montañosas,
ascendiendo hasta el mismo pinar de alta montaña y los hayedos que rondan
los 2.000 metros de altitud. Aunque en el resto de Europa suele frecuentar
parques y jardines, en Iberia es escaso en estos hábitats y su población
tiene una muy pobre densidad en la franja costera de toda la Península. En
el norte es difícil que se aleje del bosque de montaña media y alta y las
observaciones cada vez más frecuentes en zonas bajas se refieren sobre todo
al otoño e invierno. El Pico Picapinos sube
por los arboles apoyado en su cola corta y tersa y sujetándose con las uñas
a la corteza. Progresa bien verticalmente o hacia los lados y se ha
comprobado que también rodea el tronco circularmente. Estos movimientos
sobre la corteza de los árboles son acompañados con un continuo trabajar con
el pico, haciendo pequeñas melladuras lo suficientemente profundas para
alcanzar los insectos y larvas refugiados bajo la corteza, en lo que se
ayuda con la lengua sobre todo para sorber la savia que brota de las
incisiones practicadas por él alrededor del tronco. El tamborileo fuerte y de
largo alcance es una de las características más conocidas de este pájaro. El
Pico Picapinos golpea con extraordinaria rapidez y en cortos intervalos 12
veces seguidas la superficie sin corteza de un árbol seco o hueco con
preferencia. Es curioso observar la querencia que este pájaro tiene por
determinado árbol y a él acude a «tamborilear». Este sonido, como el de una
corta ráfaga de ametralladora, que sorprende a quien no lo ha escuchado
antes, es efectuado por la acción muy rápida del pico contra lo que podemos
llamar caja de resonancia y que suele ser buscada en la parte alta de un
tronco desmochado y seco. A pesar de la rapidez y dureza conque este
golpeteo se produce, no quedan en el tronco marcas apreciables y es más el
efecto de resonancia que posee el tronco que la potencia real del golpe
continuado. Ambos sexos tamborilean y su significación pudiera ser netamente
amorosa o de llamada entre los miembros de una pareja. Sin embargo, el
tamborileo no tiene este significado exclusivo en opinión de algunos
ornitólogos. Como prueba de ello se aduce que también en el invierno puede
ser escuchado, aunque por supuesto no con la frecuencia conque lo efectúan
en primavera a partir del mes de febrero. El Pico Picapinos es una especie
muy sedentaria que, sin embargo, vaga por el bosque y la campiña alejándose
relativamente de su hábitat fuera de la época de la cría, pero su querencia
a un pequeño lugar del bosque es tan grande que sé que siempre en aquella
vaguada encontraré la misma pareja o uno de los adultos emparejado con otro
si el del año anterior ha parecido. Incluso el mismo tronco de árbol
desmochado y seco o hueco es usado año tras año como «banco de pruebas» para
el tamborileo. Tanta es su fidelidad a este tronco de árbol que si el viento
lo derriba o es cortado y dejado en el suelo, los picapinos continúan
tamborileando en él. Que esta costumbre la pone en práctica también en otoño
e invierno, no se tiene duda alguna. Un mes de enero escucharon su
tamborileo en un bosquete de Pino insigne Pinus radiata en
Zumaya (Guipúzcoa). Buscando por entre los árboles la sorpresa fue grande
cuando se descubrió golpeando la parte alta de un poste de madera de la
conducción eléctrica a un caserío. Este poste tenía una amplia grieta y la
madera abierta producía el efecto de resonancia tan característico, como si
el picapinos lo hiciera sobre el tronco de una seca Haya, que, por cierto,
había a solamente 100 metros de distancia (Gorostiaga, San Miguel de
Artadi). Cada tamborileo dura poco más de un segundo y el número de golpes
en cada emisión oscila corrientemente entre 8-12 por segundo, pero a veces
menos y muy rara vez más. En buenas condiciones acústicas de un hayedo el
tamborileo se oye a 500 metros de distancia y ocasionalmente a más. Depende
mucho de la hora y del tiempo atmosférico. Decimos que cuando se oye mucho
es que va a llover porque entonces la transmisión del sonido es
indudablemente mayor. Esto sucede a menudo con el canto del Pito Real
Picus viridis al que se le denomina en Asturias con un nombre no
precisamente cariñoso: «Paxarón del agua» debido a que su relincho se
escucha a mucha distancia en una atmósfera cargada de humedad. Desde la
mitad de febrero hasta los últimos días de abril el Pico Picapinos
tamborilea muy insistentemente, en mayo es poco oído y en pleno invierno
intermitente. Su voz es aguda y fuerte,
un ¡¡kiick-kiick!! repetido e insistente que parece una señal de alarma,
pero que en realidad el pájaro utiliza como nota de vuelo, de comunicación,
etc. Si está excitado estos gritos se repiten aceleradamente y suenan como
¡¡chik-chik...!! o ¡¡i-kiki-ki...!! Emite también otros sonidos, pero sin
musicalidad y muy difíciles de representar en escritura. Si interesante es la
conducta seguida por este pájaro en el tamborileo, no lo es menos la forma
en que se desenvuelve para comer. La dieta alimenticia es muy variable en el
tiempo y según el biotopo ocupado por los pájaros. Como norma hay que
estimar que durante gran parte de la primavera se alimentan de insectos que,
por supuesto, no desdeñan el resto del año. Pero si habita bosques de
coníferas o aun frecuentando zonas donde existan pinos o abetos, las
pequeñas piñas le atraen especialmente. Las coge con las patas o el pico y
las lleva a un lugar adecuado donde sujetándolas bien en alguna rendija de
la madera, va extrayendo las semillas o los piñones. Algunos pájaros son en
esto tan hábiles y poseen tanta querencia a un determinado lugar que en él
realizan todo el trabajo de extracción de semillas, y cuando las piñas
quedan vacías son arrojadas al suelo. Un atento observador que recorra el
bosque puede descubrir la presencia cercana de un Pico Picapinos con sólo
examinar el pie de los árboles. Allí en la misma cepa o en sus proximidades
se descubren a menudo cientos de pequeñas piñas vacías. Mayor dificultad
podría tener para comer avellanas o pequeñas nueces, pero no es así. Los
restos de ellas pueden ser vistos bajo el árbol usado como yunque. Muchas de
las piñas son trasportadas hasta algún viejo árbol cuya corteza esté bien
agrietada o con rugosidades o protuberancias pronunciadas. Allí incrusta las
piñas y hábilmente les va dando la vuelta según vacía cada lado. De esta
forma no sólo en el suelo pueden ser vistas las piñas vacías, sino metidas
entre las hendiduras de la corteza, lo que causa todavía mayor sorpresa al
observador que desconoce este hábito del picapinos. Su astucia es tan grande
que de no haber un árbol adecuado en las cercanías para sus propósitos,
pronto excava un pequeño agujero u oquedad donde pueda colocar las piñas
para ir despojándolas de las semillas. Muy frecuentemente el pájaro llega
con una piña y como su yunque está ocupado por una piña vacía que no ha
tenido la precaución de quitar previamente, con gran habilidad coloca la
piña nueva entre su pecho y el árbol y con el pico arroja fuera la otra. En el norte de Iberia los
robles viejos y algunos castaños son usados como yunques con preferencia a
otras especies. Venables (1938) encontró al pie de dos grandes pinos casi
2.000 piñas comidas por el Pico Picapinos. Un sólo pájaro puede comer las
semillas de 40 piñas diarias. En adición a esta costumbre se debe añadir que
este pico es el más vegetariano de todos y no desprecia la oportunidad de
comer otros muchos frutos silvestres e incluso cultivados. En Asturias los
«fayucos» forman una considerable parte de su dieta en los grandes hayedos,
pero también se le ha visto picotear bellotas de roble, y el fruto de la
hiedra. No obstante, la alimentación de origen animal es considerable a
partir de marzo. Su actividad es incansable y un árbol puede quedar limpio
de insectos en sólo 15 minutos. En adición a esto resulta ser un gran
depredador de nidos. Muchos huevos son robados y comidos por este pájaro,
pero también se dice, que los pollos todavía sin emplumar de algunas
especies de pequeños pájaros son extraídos de los nidos y con ellos vuelan a
lo lejos. La gama de insectos capturados entre la madera incluye todos los
perforadores y sus larvas: lepidópteros, coleópteros, dípteros,
himenópteros, etc. Además, ya se ha mencionado antes su afición a beber la
savia de los árboles, sobre todo al comienzo de la primavera cuando su flujo
hacia las ramas es muy grande. Para ello rodean el tronco de lo que los
ornitólogos ingleses denominan «el anillamiento de árboles». El Pico
Picapinos circunda el árbol de una hilera continua de pequeños agujeros redondeados en
los que bebe la sabia que brota. Esto hace con preferencia sobre una
determinada especie de Tilo Tilia americana. También algunas
coníferas son objeto de su atención y la resina que gotea en los agujeros es
sorbida con fruición. Sorprende bastante que un pájaro tan adaptable y que
es capaz de alimentarse de tan variadas fuentes no alcance en la Península
Ibérica una mayor densidad. Sobre todo si tenemos en cuenta que el anidar
dentro de un agujero lo pone a cubierto de muchos depredadores. Que
el tamborileo tiene una significación amorosa no ofrece dudas, pero en
adición a él hay que señalar los vuelos que ambos adultos efectúan a partir
del mes de marzo y que llaman la atención por la forma de espiral que
dibujan en el aire y sobre todo por la gran excitación que los pájaros
muestran una vez posados contra el tronco del árbol, dejando las alas
entreabiertas y temblorosas tal como si trataran de abanicarse. El Pico Picapinos anida
en el interior de un agujero que ambos sexos excavan a variable altura en el
tronco de un árbol de especie variable, según el biotopo ocupado. No siempre
hacen un nuevo agujero, sino que a menudo uno viejo de ellos mismos o de
otra especie es usado año tras año. Muy corrientemente en bosques no
demasiado densos los agujeros del Pito Real son los más favorecidos. La
forma es bastante parecida exteriormente a la de Picus viridis, pero
el interior resulta más abolsado y más ancho. Cuando el picapinos hace él su
oquedad ésta tiene forma elíptica u oval y muy rara vez se puede ver a una
altura inferior a 3 metros del suelo. Casi siempre más alta, entre 10 y 12
metros en muchos casos. El agujero de entrada tiene medidas que oscilan
poco, unos 5 x 6 cm. poco más o menos y penetra 12-13 cm. para descender
verticalmente ensanchándose en forma de bolsa. Esta tiene una dimensión en
su parte más ancha de 13-14 cm. de diámetro y alcanza a menudo una
profundidad de 30 cm., pero también hay nidos en agujeros no más profundos
de 20 cm. Ambos adultos trabajan en su construcción, aunque el macho lo hace
con mayor ahínco y además transporta parte de las astillas lejos. La
duración de esta operación es variable con el tipo de madera a trabajar y la
condición del árbol. Algunos son terminados en una semana y para otros
(robles Quercus) el trabajo dura casi un mes. En el fondo no se
deposita material y únicamente quedan allí pequeños trozos de madera
y serrín. Un mismo árbol puede ser utilizado varios años y entonces el
último agujero es horadado más bajo cada vez hasta llegar ocasionalmente a
estar a una altura de 2 metros. La puesta normal oscila
entre 4 y 6 huevos, pero las de 3 y 7 no son raras. Su color es blanco
traslúcido y es fácil en ellos seguir el curso de la incubación. Para 100
huevos medidos por Jourdain en Gran Bretaña se obtuvieron promedios de 26,39
x 19,46 mm. con un máximo de 29 x 19,6 mm. y un mínimo de 21 x 17,3 mm.
Verheyen para 86 huevos da un promedio de medidas de 25,3 x 19 mm. y
Niethammer en Alemania para 44 huevos encuentra promedios de 25,8 x 19 mm.,
medidas todas ligeramente superiores al promedio de 10 huevos de la raza
hispanus: 25,2 x 19 mm. La incubación es efectuada en gran parte por la
hembra, sobre todo durante el día y por la noche parece ser el macho quien
ocupa el nido durante no menos de 12 horas consecutivas. Como sucede con
todas las especies que anidan en agujeros, resulta difícil precisar la
duración de la incubación. En este pájaro Jourdain estima como normal 16
días, Verheyen, 12-13 días, Geroudet, 10-13 días. Las primeras puestas
pueden ser encontradas a partir de la segunda semana de mayo y de forma,
ocasional, en los últimos días de abril. Hay variaciones considerables, pues
nidos con huevos pueden ser encontrados en los bosques del Norte en la
primera semana de junio. Los pollos nacen sin plumón ninguno y alimentados
por ambos adultos con insectos, pronto se vuelven muy chillones después de
unos días en que emiten un curioso siseo cada vez que uno de los padres
entra con el cebo. Estos no se alejan nunca mucho del nido y quien observe
éste en una zona despejada del bosque, puede ver a la vez el nido y los
adultos cazando en las proximidades, normalmente a no más de 250 metros de
distancia, lo que presupone un territorio muy pequeño. A los 18-21 días los
jóvenes picapinos salen del nido y vuelan a ramas próximas donde continúan
siendo atendidos. Hasta la edad de 12 días el macho suele permanecer con
ellos en el agujero durante la noche y algunas veces se ven salir a él o a
la hembra de otro agujero hecho en un árbol cercano y que indudablemente
usan como dormidero. En pocas semanas los adultos se desentienden de los
jóvenes y comienzan a vagar unos y otros por el bosque. El erratismo dura
hasta la siguiente primavera y normalmente los pájaros se ven siempre
solitarios. En los países
mediterráneos, incluida la Península Ibérica y en las Islas Británicas el
Pico Picapinos es especie eminentemente sedentaria y, salvo condiciones
extremas de la climatología, se aleja muy pocos kilómetros de una exigua
zona donde anida y se alimenta. Sin embargo, en los países de Europa
septentrional realiza migraciones irregulares que le dan un carácter neto de
«ave irruptora». Estos movimientos están siempre relacionados con las
fluctuaciones que experimentan frutos o plantas que forman la mayor parte de
la dieta de otoño e invierno. Las migraciones irruptoras propenden desde el
Este hacia el Oeste y desde el Norte al Sur. En el Norte de Europa son
varias las especies de aves irruptoras que se dirigen al Sur, Sudoeste y
Sudeste. Pocas, no obstante, alcanzan la Península Ibérica por lo que hasta
ahora sabemos. Sin embargo, hay que señalar que los picos picapinos
anillados dieron recuperaciones muy al Sur. Así, uno marcado como pollo en
Noruega fue recuperado en noviembre del siguiente año, coincidiendo con la
irrupción de 1962, en Basses Pyrenées (Francia) a 1830 km. al Sudoeste de su
lugar de anillamiento, ya muy cerca de la frontera española. En Guipúzcoa se
nota cierto aflujo otoñal que se sospecha pudiera ser de picapinos
extrapirenaicos, pero esto había que comprobarlo con capturas, porque
también los nativos se mueven desde el monte hacia zonas costeras pobladas
con abundante pinar de Pinus radiata. Las irrupciones afectan a la
subespecie Dendrocopos major major y su determinación no es difícil:
el promedio alar es considerablemente mayor, 140,7 mm. frente a 127 mm. de
hispanus. Bernis (1970) resume datos de irrupciones de picapinos y
admite la posibilidad de que alguna de estas aves pueda llegar hasta
Cataluña, considerando que, por lo menos, una de ellas anillada como
invernante en la Camarga francesa fue recuperada en el centro de Rusia dos
años más tarde en plena nidificación. |