Garcilla Bueyera Bubulcus ibis Una garza típicamente
española en Europa, la Garcilla Bueyera Bubulcus ibis, tiene en
primavera un plumaje blanco puro salvo en la parte superior de la cabeza,
nuca, garganta y espalda, donde
nacen unas plumas rojizo ocráceas no fáciles
de distinguir de lejos. Las largas plumas de la espalda y parte anterior del
cuello forman como unos plumeros muy característicos y solamente están
desarrollados en la primavera. El de la espalda es tan largo que rebasa la
cola del pájaro. Los ojos y el pico son amarillos y las patas y pies muy
variables en la coloración, desde amarillo rojizo hasta pardo verdoso. El
pico mantiene su tonalidad amarilla en todas las estaciones y mide entre 52
y 60 mm. Durante el otoño e invierno los bandos de garcillas bueyeras se
confunden con los de Garceta Común Egretta garzetta
al desaparecer, casi totalmente, en aquéllas el color rojizo de las plumas
del dorso y garganta, manteniendo únicamente un ligero tinte oscuro en la
cabeza. Su plumaje es entonces a cierta distancia uniformemente blanco. En
el invierno desaparece la base rojiza del pico y éste es amarillento
uniforme y los ojos rojos. Los jóvenes del año carecen de los penachos
ocráceos y el plumaje es blanco con las patas pardo verdosas, que a
distancia parecen negras. Se trata, sin duda, de
una de las especies más sociables de nuestra avifauna. La imagen de estas
pequeñas garzas posadas o caminando entre el ganado que pasta en los campos
andaluces es familiar para muchos españoles. Incluso se posan en el lomo de
vacas y caballos, tratando de capturar los numerosos parásitos que los
atacan. En vuelo es difícil a veces distinguirla de las garcetas y de la
Garcilla Cangrejera. Normalmente forma bandos muy numerosos y al volar
descubre la típica silueta de las garzas con el cuello recogido, el pico muy
horizontal y las patas sobresaliendo por detrás de la cola. Durante el día
se distribuye por los campos en grupos pequeños, solitaria o en bandos,
proporcionales siempre en número a la abundancia de alimento o de ganado
pastando. Al mediodía y al anochecer se concentra en posaderos y en
dormideros, normalmente en árboles, donde llegan a juntarse miles de
garcillas, no sólo de esta especie, sino de las otras ya citadas. Pero en
estos dormideros no es extraña la presencia de otras especies sociables de
pájaros como estorninos y grajillas (Sturnus unicolor et Corvus monedula)
(Herrera, 1974). Parece a primera vista
que estas garciIlas no necesitan del agua para sobrevivir, puesto que su
presencia a distancias notables de cualquier curso de agua lo haría presumir
así. En realidad se trata de un pájaro de gran potencia de vuelo que recorre
enormes distancias en un día en busca de alimento, lo que le permite eludir
las sequías tan frecuentes en el verano ibérico. Se estima que durante la
reproducción muchas de estas garcillas recogen alimento a distancias no
inferiores desde sus nidos a 12-15 km. Sin embargo, habitualmente los
dormideros de esta especie están junto a cursos de agua o en las
proximidades de cualquier charca o cola de un embalse o pantano, donde los
pájaros beben y se bañan, después de haber soportado un fortísimo calor
durante el día. Ricidell (1944) estimó que la Garcilla Bueyera puede
recorrer distancias de 70 o más kilómetros desde su dormidero hasta el lugar
donde encuentra alimento. En su opinión, el vuelo de las garcillas engaña
puesto que es más rápido de lo que su batir de alas parece a primera vista.
Pueden volar a casi 40 km. por hora y ello les permite largos
desplazamientos. Al volar lo hacen silenciosamente no emitiendo sonido
alguno. Puede señalarse también la indiferencia con que esta especie ve la
presencia humana. Normalmente las colonias de cría se establecen en lugares
transitados o cerca de caminos y cursos de agua, que son frecuentados por
gran cantidad de personas y ganados. Incluso sucede que las colonias están
sometidas a una intensa depredación humana y estas garcillas lejos de
abandonar el lugar insisten en la nidificación, repitiendo puestas y
volviendo a dormir al lugar aunque horas antes haya sido asaltado a tiros de
escopeta y muchos adultos y pollos muertos. En las colonias de cría
las garcillas lanzan una gran variedad de gritos guturales y graznidos
imposibles de expresar en palabras. Tucker menciona una nota parecida al
balido de una oveja. La Garcilla Bueyera es
una especie de nidificación muy temprana, comenzando los vuelos nupciales en
cuanto la primavera parece romper en los campos andaluces. Entonces se ve a
estos pájaros dirigirse continuamente durante el día al lugar elegido para
establecer la colonia que no es necesariamente el mismo del año anterior,
pero, normalmente, está en sus proximidades. Este erratismo de las colonias
de garcillas y garcetas ya fue puesto de relieve por Herrera (1974), quien
en su trabajo se refiere a la curiosa circunstancia de que una colonia tan
famosa como La Algaida, estudiada por Bernis y Valverde (1952, 1954) ya no
existe hoy y, posiblemente, esa población es la que ha formado las nuevas
colonias de los alcornoques de la Fuente del Duque, también en Doñana y en
La Rocina, algunos kilómetros más arriba. Las actitudes de machos y hembras
se diferencian claramente en el celo. Aquellos erizan las plumas rojizas de
su cabeza, espalda y cuello y las hembras permanecen en una actitud curiosa
adelgazando el cuerpo y estirando el cuello, mirando al macho con
curiosidad. Rencurel (1972) describe la parada nupcial con detalle y a él
vamos a seguir. Los nidos pueden estar situados sobre otros antiguos que el
macho elige. Con su pico transporta una pequeña rama o tallo y pronto atrae
la curiosidad de otros machos y hembras a los que distingue por sus
actitudes completamente diferentes. Si otro macho se acerca y trata de
penetrar en este territorio, el propietario se posa en una rama y eriza
amenazadoramente sus plumas dorsales y de la cabeza, a la vez que emite un
grito ronco. El intruso no insiste y marcha en busca de otra zona más
tranquila donde establecerse. Si es una hembra la que se aproxima, el macho
recoge una ramita y la entrelaza en el nido con otras. La hembra penetra en
la plataforma y realiza el mismo trabajo, tirando ambos con fuerza de los
palos y ramas como tratando de probar la resistencia del nido. Al fin el
macho pica a la hembra en el dorso y en la cabeza y todo el ceremonial es
acompañado con una gran variedad de gritos guturales. El macho trae durante
todo el día variados materiales que incluyen gran cantidad de hierba y
pequeñas ramas recogidas en campos próximos. Normalmente la hembra recoge el
material y lo va introduciendo en la vieja estructura, pero también el macho
realiza parte del trabajo. Su llegada al nido es espectacular, con el
plumaje erizado y gritando con frecuencia. Cuando la puesta ha comenzado la
hembra también aporta material para completar el nido, mientras el macho
vigila posado en él o en sus proximidades. En general tardan entre el
comienzo de la construcción y la puesta del primer huevo unos quince días.
Los nidos están situados a alturas variables entre 1,50 y 9 metros si son
construidos en árboles y casi siempre las garcillas que primero se emparejan
ocupan los sitios más elevados mientras que las últimas en llegar anidan en
los más bajos. La puesta consiste en 4 ó 5 huevos, rara vez 6, de color
verdoso azulado pálido, que son dejados con intervalos de 27 a 45 horas.
Promedio de 62 huevos: 45,6 x 34,2 mm. La incubación comienza más
generalmente después de la puesta del segundo huevo y ambos adultos se
alternan en ella, cambiándose 3 ó 4 veces por día. Estos relevos se realizan
en medio de un ceremonial curioso, picándose mutuamente el plumaje los
pájaros y con continuos gruñidos y voces ininteligibles. A los 20-22 días
nacen los jóvenes. Los dos primeros casi simultáneamente, los otros con un
intervalo que corresponde sensiblemente al de la puesta. Los huevos hueros o
que no han eclosionado son lanzados fuera del nido unos días después. Los pollos nacen ya muy
despiertos, viendo perfectamente y solicitando alimento de los adultos en
cuanto éstos arriban al nido. Cada vez que uno de los padres se posa cerca
se entablan violentas querellas entre ellos y toda la colonia es un continuo
griterío. A la edad de 15 días ya esperan a los adultos fuera del nido y
parece imposible que sean capaces de distinguir a sus progenitores entre la
inmensa muchedumbre de garcillas que continuamente va y viene a la colonia.
Durante 5 ó 6 semanas permanecen dependientes de sus padres y una vez pasado
este período se independizan, pero no dejan de acudir a los mismos
dormideros que los adultos, siguiéndolos en sus correrías por el campo a la
caza de insectos. Rencurel ha podido
comprobar bien que la pareja permanece unida y puede efectuar una segunda
puesta. El promedio en el número de pollos criados varía mucho con la
depredación humana del lugar. Tres en cada nido es una cifra corriente y ya
se ha dicho que las garcillas insisten en otra puesta inmediatamente que la
primera haya sido destruida o los pollos robados. Así se explica la
considerable expansión de esta especie en los últimos años. Herrera (1974) en la
colonia por él estudiada en la provincia de Cádiz, obtuvo datos inéditos y
muy interesantes respecto a lo que hasta ahora se sabía sobre la
reproducción de la especie en España. Esta colonia estaba exclusivamente
constituida por Garcillas Bueyeras, lo que no parece ser corriente por la
frecuente asociación de esta especie con otras garcillas. La colonia se
hallaba en un pequeño bosquete de sauces Salix alba de alturas hasta
de 10 metros. La mayoría de los árboles eran bastante viejos y el ramaje
crecía en forma casi vertical. Unos eucaliptos próximos albergaban también
una minoría de nidos. Otros estaban entre la vegetación arbustiva cercana.
En otras zonas de Andalucía los alcornoques son las especies favorecidas
para anidar. por las garcillas bueyeras. En esta colonia los primeros huevos
fueron puestos a partir de la primera mitad de mayo, aunque la fecha parece
excesivamente tardía. La determinación de los componentes de la dieta
alimenticia de los pollos es un dato verdaderamente importante en el trabajo
de Herrera. Del análisis de las regurgitaciones recogidas de los pollos en
esta colonia, se determinó la presencia de una gran masa de invertebrados
que incluían: Crustacea, Myriapoda, Arachnida, Insecta (sobre todo
Orthoptera). Entre los vertebrados una Anguila, nueve ranas Rana
ridibunda, veintinueve eslizones Chalcides chalcides, cuatro
Lagartijas de Prado Psammodromus algirus, una Musaraña Común
Crocidura russula y escasos restos vegetales. Al igual que sucede con
otras garzas, los pollos de la Garcilla Bueyera regurgitan espontáneamente
el alimento que acaban de ingerir cuando están alarmados. En base a este
comportamiento pueden determinarse los componentes. Herrera estimó que los
insectos constituyen el fundamento en la alimentación y, como ya se ha
citado, los Ortópteros, sobre todo Acrididae y Tettigonidae, forman por sí
solos el 79,3% del total. El tamaño de las presas encontradas variaba mucho
porque algunos Chalcides (eslizones) medían más de 25 cm. de longitud y una Anguila,
la única encontrada, tenía unos 26 cm. El comportamiento de los
adultos durante la reproducción también es analizado por Herrera. A las 8
horas la colonia ya no contiene prácticamente más que pollos y algunos
jóvenes volantones de garcilla. Los adultos y la mayoría de los jóvenes que
la ocupan durante la noche, ya han partido para esa hora. Sólo algunas
garcillas en plumaje nupcial permanecen allí. Una hora después comienzan a
llegar los adultos que ceban continuamente hasta el mediodía en que el calor
aprieta y la actividad de los pájaros entonces es nula. A partir de las
16,30-17,30 horas la actividad vuelve a la colonia y no termina hasta que
comienza a oscurecer, cuando ya los adultos que llegan a cebar coinciden con
los jóvenes que acuden al dormidero y con otras especies también coloniales
que se concentran junto a las garcillas. Una colonia de garcillas
que está ya en plena ocupación en el mes de abril, puede recibir un refuerzo
inesperado en forma de cientos de parejas de la misma especie que por algún
motivo abandonaron otra colonia. En la Península Ibérica
la expansión de este pájaro ha sido verdaderamente espectacular. De las
conocidas colonias del Coto Doñana y gracias sin duda a la protección que
allí se le dispensó, se ha ido extendiendo por otras zonas de la mitad Sur
de Iberia, alcanzando por el oriente la Albufera de Valencia, donde Pechuán
estudió la extensa colonia. En la zona occidental de la Península ha llegado
tan al norte como a las lagunas del Aveiro portugués (Bernis, 1966). También
se ha extendido por Extremadura y Toledo y otras zonas de Iberia central. El
status de esta especie varía de la primavera al invierno considerablemente.
La zona ocupada para la reproducción es más reducida, porque las garcillas
vuelan en otoño e invierno con relativa frecuencia hacia el Norte y Sur de
sus lugares de nacimiento. Prácticamente ahora en todas las regiones
españolas y portuguesas se han registrado capturas y observaciones de
garcillas bueyeras en meses otoñales. Algunas zonas (delta del Ebro) son
especialmente favorecidas por la presencia en ellas de buen número de
bueyeras, generalmente en compañía de Egretta garzetta. Maluquer
(1971) nota allí su presencia entre los meses de octubre a enero, algunas
correspondientes a aves anilladas en la Albufera de Valencia. Las
observaciones y capturas en Mallorca y Menorca durante los meses invernales
están bien comprobadas. Bernis (1966) estima que
las poblaciones del Mediterráneo no son genuinamente migradoras y se limitan
a realizar desplazamientos relativamente cortos en todas direcciones, de 10
a 150 km. y unos pocos sobrepasando los 300 km. Entre las muy numerosas
garcillas bueyeras anilladas en Iberia, en especial en las colonias del
Sudoeste y en la Albufera, se han producido muchas recuperaciones. Unas a
cortas distancias, con frecuencia dentro de los límites señalados arriba por
Bernis. Pero también han menudeado las que atravesando el Mediterráneo
fueron recuperadas en Marruecos y Argelia. Excepcionalmente la recuperación
de una, que había sido anillada como pollo en el nido por Pechuán en el lago
de la Albufera valenciana en junio de 1971 y que fue capturada en julio del
siguiente año en Francia, a 620 km. al Nordeste. Ante los datos
proporcionados por el anillamiento, puede estimarse con bastante seguridad
que la dispersión juvenil a partir de las colonias de cría es abundante y de
seguir aumentando las colonias y extendiendo su radio no tardará en ser
habitual esta especie que los ornitólogos consideran como de extraordinaria
utilidad para la agricultura y la ganadería, dadas sus costumbres. Es además
palpable lo que una adecuada protección puede significar para la
supervivencia de una especie animal que, como la Garcilla Bueyera, ha
partido de sólo dos o tres colonias de cría. |