Curruca Tomillera Sylvia conspicillata Muy pequeña y difícil de
observar la Curruca Tomillera Sylvia conspicillata tiene un cierto
parecido con la Curruca Zarcera, pero sus actitudes y tamaño la identifican
antes que el color del plumaje.
La garganta blanca contrasta bien con la
cabeza oscura y el pecho pardo rosado, formando un parche más pequeño que el
mismo de la zarcera. El píleo y los carrillos son grises y este color se
prolonga por la espalda fundiéndose con el pardo del resto. Las plumas
cobertoras de las alas y los bordes de las secundarias son pardo rojizos
como en la zarcera. Las partes inferiores son rosadas, muy pálidas en el
centro del vientre y más oscuras en los flancos y lados del pecho. Las
hembras tienen poco gris en la cabeza y domina en ellas el color pardo de
las puntas de las plumas. La garganta no es tan blanca y está teñida de
beige claro. Las alas y la cola en ambos sexos son de color pardo oscuro,
salvo las manchas castaño rojizas de las cobertoras y secundarias y las
rectrices exteriores blancas. El pico es de color hueso con los bordes
amarillentos. Las patas son pardo amarillentas en el otoño y pardo rojizas
en primavera. El iris de los ojos es muy variable: pardo claro o naranja
rojizo en primavera y pardo ocráceo o pardo amarillento en el otoño. Tiene
también un anillo orbital blancuzco. Difícil de observar fuera
de la época de la reproducción, Sylvia conspicillata frecuenta matas
de salicornia en lugares secos o en marismas desecadas o con poca agua.
También en matas de tomillo y otros arbustos de poca altura, donde, sin
embargo, sus hábitos son prácticamente imposibles de comprobar por los
ocultos y esquivos movimientos de este pequeño pájaro. Su canto es una breve
estrofa emitida desde posadero al descubierto, pero más a menudo se le oye
cantar mientras se mueve oculta. En marzo-abril canta en vuelo de celo como
otras currucas. Su gorjeo tiene un tono alto, pero es breve e
insignificante. Más conocida en su nota de alarma matraqueante y en cierto
modo no muy diferente de la del Chochín Troglodytes troglodytes. Se
nota un ¡¡kerrrrr!! emitido en tono bajo y que tiene poco alcance, no tanto
como el similar de Troglodytes. Aunque durante la reproducción los
machos vuelan hacia arriba unos pocos metros, a veces sólo 2 ó 3, y cantan
continuamente, no es entonces muy agradable su gorjeo, que de tan apresurado
está mezclado con notas discordantes. Cuando la hembra incuba, los machos,
más calmados, cantan muy agradablemente posados en el tope de un arbusto. Se alimentan
fundamentalmente de pequeños insectos que capturan entre la vegetación y
sólo ocasionalmente al vuelo. Los pollos son cebados con orugas muy pequeñas
y durante los meses de otoño e invierno las semillas de plantas herbáceas
deben representar un importante papel en su dieta. La reproducción comienza
pronto. En los primeros días de marzo muchas parejas parecen ya
establecidas, probablemente pájaros sedentarios que han permanecido aquí
durante el invierno. Un flujo nuevo se aprecia a partir del 15 de marzo y
continúa hasta abril. En el territorio elegido por el macho la construcción
del nido es efectuada por ambos adultos en un arbusto no muy oculto dado lo
somero de la vegetación. Habitualmente a poca distancia del suelo, pero
nunca en él. Alturas normales son de 30-60 cm. y pocas veces mayores.
Formado por hierba seca, alguna hoja y raicillas, resulta ser una
estructura, muy compacta y profunda forrada interiormente con hierba fina,
plumón vegetal y pelos. La puesta normal es de 4-5 huevos, pero en ocasiones
también 3. Balsac y Mayaud (1962) para 51 puestas controladas en el norte de
Africa obtuvieron 26 de 4 huevos, 20 de 5 y solamente 5 de 3. El promedio de
medidas dado por Harrison para los huevos es de 16,9 x 13,1 mm. Geroudet da
una media de 16 x 12,5 mm. con extremos de 15,5-18,6 x 11,5-13,7 mm. Su
color es variable entre el oliváceo, el blanco sucio y el verde muy pálido,
muy finamente moteados o punteados de gris verdoso, oliváceo y más raramente
de pardo rojizo o beige. Estas pecas y punteados están a menudo concentrados
en el extremo más ancho. La incubación corre a cargo casi completamente de
la hembra, aunque el macho está presente por cortos intervalos. Comienza con
la puesta del último huevo y dura 12-14 días. Los pollos al nacer están
desprovistos de plumón y su piel tiene un tono rosado y negro. El interior
de la boca es naranja brillante. Ambos adultos los alimentan con insectos y
a los 12-13 días salen del nido, pero por lo menos durante otras tres
semanas más siguen siendo atendidos por alguno de los padres. Dos crías
anuales son seguras y posiblemente en lugares favorables de la zona
mediterránea pueda darse una tercera reproducción. Sylvia conspicillata
se reproduce en el Mediterráneo Occidental, desde la Península Ibérica por
el Oeste hasta Italia al Este y también en Chipre (Jeal, 1970) donde debe
ser local. Igualmente en las islas Baleares, Córcega, Cerdeña, Sicilia y el
norte de Africa desde Marruecos hasta Túnez. También en el cercano Oriente,
Israel, Jordania y quizás Sinaí y Nordeste de Egipto. Existe una población
aislada en las Islas Canarias. En Iberia tiene una
distribución muy amplia que no se limita a la zona mediterránea, sino que
alcanza por el Norte la región navarra y probablemente su área de
nidificación está por el occidente en la provincia de Zamora donde la he
observado en abril (ViIlafáfila). La captura de un ejemplar en Morais de
Tras-os-Montes, Portugal, por Mead (1975) refuerza la sospecha de que
algunas tomilleras están hoy presentes en la zona donde se situaba la
antigua laguna de Antela. Faltaría así esta Curruca únicamente en la franja
Cantábrica al norte de la Cordillera y posiblemente en una buena extensión
hacia el Sur de la misma, pero hay zonas aún sin explorar en las provincias
de León, Lugo y Pontevedra, que parecen idóneas para este pequeño pájaro. La Curruca Tomillera es
migrador parcial. No puede calcularse qué proporción inverna entre nosotros.
Probablemente en el Sur y Levante una no despreciable cantidad permanece
todo el año. Como además de terrenos bajos al nivel de mar y campos de la
meseta, ocupa también zonas de buena altitud que en algunos casos alcanzan
hasta los 1.800 metros y probablemente más, no existe duda de que algún
movimiento dispersivo o trashumancia invernal debe sufrir esta especie. La
migración se acusa poco en la zona Sur de Iberia. Pineau y Giraud-Audine
(1974) la observan escasa en paso primaveral por el noroeste de Marruecos a
partir de la mitad de marzo. La mayoría parecen invernar en los oasis
saharianos, pero es muy probable que muchas desciendan más al Sur. Morales
(citado por Balsac y Mayaud) obtuvo un ejemplar el 14 de enero en el sur del
Sahara Occidental. Roux vio algunos en Port Etienne (Mauritania) del 9 al 12
de marzo. En todo caso se trata de un pájaro difícil de observar y que se
presta a frecuente confusión con Sylvia communis. |