Búho Real Bubo bubo
La
más formidable de nuestras aves de presa nocturnas, el Búho Real Bubo
bubo, es un gran pájaro de
espléndido plumaje y feroz apariencia que ataca a cualquier animal de
pequeño o mediano
tamaño, encontrándose en sus nidos presas que
verdaderamente sorprenden por ser muchas veces especies que, a su vez, son
extraordinariamente feroces y peligrosas. El plumaje de los adultos
es pardo leonado, que con determinados reflejos de la luz del crepúsculo
parece a veces amarillo dorado, muy rayado de marrón negruzco. Las partes
inferiores son pardo amarillento o rojizo con manchas longitudinales casi
negras. La garganta es blanca, lo mismo que parte de la cara alrededor del
pico y los ojos, formando con el ligero mostacho una clara X. Sobre la
cabeza son muy visibles unas plumas hirsutas situadas a los lados, que se
han dado en llamar orejas y que junto con los grandes ojos, de color
anaranjado vivo que continuamente miran con ferocidad, dan a este pájaro una
verdadera apariencia diabólica. Las fuertes patas rojizas están emplumadas
hasta los dedos y finamente punteadas de negro. El pico y las uñas son
negros. La cola es corta y está franjeada transversalmente de oscuro, lo
mismo que las alas. Las hembras son mayores y más corpulentas que los machos
y la diferencia puede ser bien apreciada, aun no observando juntos a los dos
adultos. El
Búho Real se posa en actitud erguida y durante el día permanece escondido en
una grieta de un roquedo, en la rama de un árbol junto al tronco e incluso
en el suelo entre la vegetación. A pesar de su enorme tamaño tiene un vuelo
ágil y silencioso apoyado en sus grandes alas, destacando mucho su gran
cabeza y cola corta, apareciendo como un verdadero espectro cuando se le ve
volar frente a la luna o ante cualquier foco de luz. Según
Vaurie (1965), el grupo bubo comprende un gran número de razas.
La variación geográfica en él es muy predominantemente clinal y correlativa
con factores climáticos. Los búhos qué habitan más altas latitudes o
altitudes son grandes, y como regla general los de regiones más húmedas son
más oscuros, más marrones que los que viven en campo abierto o en zonas
áridas. Como sucede con otras especies de pájaros, en este búho existe
cierta tendencia a poseer en tales áridos hábitats un plumaje menos
contrastado, más arenoso, armonizando bien con el medio. En Europa las
poblaciones de Bubo
bubo son más pequeñas y más pálidas cuanto más al Sur. Las variaciones en el
tamaño se muestran en las medidas alares de las diferentes razas: bubo
hispanus, 420-450 mm. (prom. 430 mm.) en siete machos y 445-475 mm. (prom. 453 mm.)
en ocho hembras; la subespecie bubo bubo de
Suecia, por ejemplo, dio para ocho machos 435-460 mm. (prom. 447 mm.) y en
dieciséis hembras 460-490 mm. (prom. 471,5 mm.) y la misma raza, pero del
occidente europeo 440-480 mm. (prom. 448 mm.) en quince machos y 455-500 mm.
(prom. 474 mm.) en trece hembras. La
raza que habita la Península Ibérica Bubo bubo
hispanus es
similar a la típica subespecie bubo bubo, pero
en conjunto su coloración es más pálida, menos pardo rojizo en las partes
inferiores y las superiores están también más densamente rayadas. Las
medidas arrojan un promedio ligeramente menor. Esta raza vive exclusivamente
entre nosotros, pero en el Norte, Cordillera Cantábrica y Pirineos, se
acerca mucho a bubo bubo y los ejemplares estudiados en piel no
se diferenciaban mucho de la descrita anteriormente, pero sí están menos
brillantemente coloreados. El
Búho Real se adapta a vivir en muy variados biotopos. Se dice que puede
reproducirse en acantilados costeros y un ornitólogo extranjero asegura
haber visto un ejemplar en el Monte Igueldo (San Sebastián). En Iberia es
sedentario y no ocupa siempre como general mente se cree, zonas de alta
montaña, sino roquedos situados en altitudes medias y casi siempre en la
proximidad de bosques. Sorprende a veces encontrarlo u oírlo durante el
invierno en lugares de los que está ausente sin duda durante la época de
reproducción, pero con frecuencia en estos sitios donde se piensa que no
anida, lo hace regularmente durante años sin que los habitantes del lugar se
den cuenta de ello, pues para el no especializado en voces de pájaros, su
canto, aun no siendo igual, tiene cierto parecido con el del Cárabo Europeo Strix aluco, que sí es especie bien conocida.
Probablemente es el más nocturno de todos los búhos, saliendo a volar muy
rara vez antes del crepúsculo y aun pocas veces durante él. Cuando caza
suele volar sobre los campos y al regresar del monte de madrugada es cuando,
además de escuchar su voz, se le puede ver como un águila silenciosa
cuarteando lomas y matorrales. En días de luna llena en marzo, pueden
observarse volando a gran altura sobre su nicho o cerca del nido
tanto el macho como la hembra, haciéndolo regularmente en círculos. Lo que
no parece ofrecer duda alguna es que solamente en zonas o regiones
desprovistas de rocas falta el Búho Real. La presencia de esta especie ha
sido comprobada a alturas superiores a los 2000 metros, pero hay que pensar
que estos son casos excepcionales y la mayoría de las parejas no
deben rebasar mucho los 1000 metros. En
función de su gran potencia y tamaño el Búho Real se alimenta de grandes
presas, pero no desdeña pequeños mamíferos, ratones y musarañas, lo mismo
que diminutos pájaros. En la Península Ibérica diferentes ornitólogos
aportan datos sobre restos de presas hallados en nichos de Bubo bubo. Entre
ellos, Bernis (1973) da cuenta de la captura de un gato doméstico por un
búho que habitaba en zona limítrofe Orense-León. También el mismo ornitólogo
examinó un estómago de un ejemplar cazado en Lugo, encontrando en él pelo y
huesos de conejo. Pérez
Chiscano (1973) para la provincia de Badajoz encuentra en un nido con cuatro
pollos, restos de Perdiz Roja Alectoris rufa,
Cernícalo Vulgar Falco tinnunculus, Corvus spp.
Mochuelo Común Athene noctua, Grajilla Corvus
monedula, Tórtola Europea Streptopelia turtur, Urraca Pica
pica, Aguililla Calzada Hieraaetus pennatus, Zorzal
Charlo Turdus viscivorus y Milano Real Milvus
milvus, éste
anillado el año anterior a 1 km. de distancia. Entre los mamíferos
fundamentalmente restos de Conejo
Oryctolagus cuniculus y
también de Liebre
Lepus spp. y Erizo
Erinaceus europaeus. Su régimen alimenticio
está muy diversificado. Thiollay (1969) considera que los mamíferos forman
en la mayoría de los casos más del 50% de la alimentación. Antes de la
mixomatosis los conejos debían de estar en una gran proporción en el total
de las presas capturadas. Al disminuir drásticamente a causa de la
enfermedad, otros animales sufrieron entonces la depredación del Búho Real,
y así aparecen ahora en los recuentos hasta otras grandes aves de presa y
mustélidos, como luego se verá. La liebre es una captura ocasional salvo en
determinadas zonas de montaña. Las demás presas pueden ser consideradas como
accesorias. Las ratillas y topillos
(Microtus, Pitymys, Clethrionomys) son capturados en gran número.
Sobre todo destaca la Ratilla Nival Microtus nivalis en zonas casi de
alta montaña, Pirineos en especial. El Ratón de Campo
Apodemus sylvaticus, después de la aparición de la mixomatosis,
llegó, a pesar de su reducido tamaño, a ser presa frecuente del Búho Real. En un nido examinado por
Thiollay en 1963 se determinaron 886 pequeños roedores (84,78%) : 789
ratones de campo (Apodemos); 6 lirones enanos Muscardinus avellanarius 72 lirones
caretos Eliomys quercinus 19 ratillas y
topillos Microtus spp. y Pitymys spp. Noventa
grandes roedores (8,61%): 37 conejos; 36 ratas
Rattus norvegicus y R. rattus, 13 lirones grises
Glis glis 4 ratas de agua
Arvicola spp. Veinticinco musarañas,
Crocidura (2,39%) ; 2 topos
Talpa europaea, 2 comadrejas Mustela nivalis; 3 murciélagos sin
determinar; 6 grandes insectos y treinta y cuatro pájaros (3,25%) : Bisbita
Arbórea Anthus trivialis (1 ), Alondra
Totovía Lullula arbórea (1 ), Vencejo Real Apus melba (1 ), Curruca Mirlona Sylvia hortensis (1 ), Pinzón Vulgar Fringilla coelebs (1), Arrendajo Garrulus glandarius (1), Perdiz Roja
(1), Grajilla (1) Paloma Zurita Columba
oenas (3) Pito Real, Picos
viridis (1) y Zorzal Común Turdus philomelos. También Thiollay llama la
atención de la preferencia que el Búho Real siente por la captura de
pequeños animales carniceros, sobre todo gatos domésticos y silvestres,
comadrejas, garduñas, martas, armiños, turones y ginetas. Las demás aves de
presa sufren también de su depredación, en especial las nocturnas, que son,
por orden de importancia: Lechuza Común Tyto alba, Autillo Europeo Otus scops, Cárabo Europeo Strix aluco, Mochuelo Común Athene noctua y Búho Chico Asio otus pero también las diurnas:
Cernícalo Vulgar, Busardo Ratonero
Buteo buteo, Azor
Común Accipiter gentilis, Abejero Europeo Pernis apivorus, Milano Negro Milvus migrans (capturado en pleno
día), Halcón Peregrino Falco
peregrinos, etc. Las egagrópilas expulsadas por el Búho Real son
de gran tamaño, incluso teniendo en cuenta la envergadura del pájaro. Miden
3-4 cm. por 8-11 cm., aunque no son escasas de mayor longitud, 12 cm., y
hasta se ha encontrado una de 18 cm. En ellas los restos óseos de mamíferos
y pájaros están hechos astillas, pues el Búho Real los tritura con sus
fuertes mandíbulas. Una presa frecuente también de este pájaro es el Erizo Erinaceus europaeus. Pues bien, las egagrópilas expulsadas
después de comerlo contienen abundantes púas y pelos del Erizo. Desde noviembre hasta
final de enero el Búho Real desarrolla más intensamente su actividad vocal.
Cuando en octubre las parejas se establecen en un determinado lugar donde
pocos meses después comenzarán la reproducción, el macho canta
insistentemente como queriendo significar su posesión. A partir del
crepúsculo comienza a escucharse el sonoro y profundo «¡¡juuú!!» que suele
durar hasta las 20 horas (solar). La hembra emite sonidos roncos frente al
macho, «¡¡úarr!!», pero más a menudo «¡¡kvéck-kvéck!!» y un «¡¡juu-ú!!» en
tono más alto que el de su pareja. También un suave pero agudo
«¡¡ke-ké-ke!!». Normalmente, el macho canta en intervalos de un minuto o
menos. Las emisiones vocales en las primeras horas de la madrugada y en las
del amanecer son también muy frecuentes. Ave de tan gran tamaño y
potencia, forzosamente tiene que poseer un territorio muy extenso, que está,
además, en función de la abundancia o escasez de las presas. En zonas
apropiadas de riscos de montaña de altitud media puede haber en una línea de
un kilómetro hasta un máximo de tres parejas. Esta densidad es excepcional
ahora en la Península Ibérica, y lugares antes favorecidos por la presencia
de búhos reales como las cordilleras centrales y las estribaciones de los
Pirineos, mantienen una población muy diseminada. Purroy (1974) estima que
en Navarra viven actualmente no más de 20 parejas que se mantienen en áreas
rupestres de la Navarra media oriental, con mayor densidad en los
desfiladeros y farallones del curso medio del Esca, Salazar e Irati. En la
Cordillera Cantábrica aún viven un buen número de parejas, pero cada año se
ven más lugares desertados por la especie o individuos solitarios
presumiblemente no emparejados. Muchos de los que se capturan son inmaduros
que en dispersión posnupcial abandonan sus riscos y se acercan a los
caseríos. Aventurando una cifra y basados en la densidad que la especie
tiene actualmente en Asturias, probablemente la población del Cantábrico no
sobrepase el centenar de parejas en edad reproductora. En Asturias calculo
que una pareja tiene una zona de
influencia, en la que caza y tiene establecido el nido y los «cantaderos»,
con una superficie de 50 a 80 km, cuadrados. Thiollay estima que, aunque no
es normal, un Búho Real puede recorrer en una noche largas distancias que se
salen de los límites del territorio que él supone de extensión muy variable.
Un macho cazando a 15 km. del nido no debe de ser una observación
excepcional. A partir del mes de
octubre comienzan las parejas a establecerse en sus territorios de cría y,
aunque de forma muy ocasional, en días claros pueden ser observados los
búhos volando alto en círculos sobre la zona. Las emisiones vocales se
intensifican, sobre todo por parte del macho. El lugar elegido para la
puesta puede ser un saliente en la roca, no necesariamente protegido por
encima; más a menudo una grieta y muy frecuentemente un entrante donde crece
un pequeño arbusto. Aunque en países del norte de Europa los nidos pueden
estar en ocasiones en agujeros de árboles, esta situación parece ser mucho
menos frecuente en Europa meridional y en Iberia. Los nidos en el suelo son
muy raros. En el suelo de la repisa o entrante excava un hueco, donde pone
los huevos normalmente entre los últimos días de febrero y la primera
quincena de marzo. Chiscano (1973) encuentra un nido en la Sierra de Pela
(Badajoz), con dos pollos pequeños el 10 de marzo, lo que implicaría la
puesta a partir de los primeros días de febrero y quizá los últimos de
enero. Sin embargo, las puestas tempranas no son frecuentes y probablemente
dependen de inviernos extraordinariamente benignos consecuente abundancia de
presas. En la Cordillera Cantábrica las puestas comienzan en los primeros
días de marzo y en abril todavía algunas parejas continúan incubando.
Choussy (1971) cita para Francia puestas a partir del 28 de enero, cálculo
realizado normalmente después de la eclosión y estimando 35 días el período
de incubación. El mismo nido no es usado año tras año, sino que el lugar
varía, aunque con frecuencia escogen un sitio no muy alejado, a veces a sólo
pocos metros y procurando que reúna una casi única condición: que esté
naturalmente protegido de la lluvia. El número de huevos varía entre uno y
seis, pero estas cifras son extremas y la puesta normal no incluye en
general más de tres huevos. Dejados a intervalos de dos o tres días, entre
el primero y el último hay por lo menos una semana de distancia. Su forma es
elíptica, son blancos y tienen poco brillo. La hembra incuba ella sola por
un tiempo no superior a 35 días durante el cual el macho no cesa de cantar
en las proximidades. En el crepúsculo caza con preferencia grandes presas
que lleva al nido o deposita en una repisa próxima donde la hembra las
consume. Al nacer los pollos están cubiertos con un plumón blanco parduzco,
corto, pero denso, por todo el cuerpo, incluidas las patas y pies hasta la
base de las uñas. El primer mes la hembra cubre los pequeños búhos
continuamente. En la quinta semana comienza ella a abandonar el nido y caza
en compañía del macho, aportando ambos las presas. A pesar de que los
jóvenes son muy voraces, su desarrollo es lento y están sometidos a variados
peligros, entre los que no es el menor el morir despeñados, pues a partir
del primer mes se muestran muy inquietos, moviéndose mucho por la repisa.
Algunos pollos salen del nido a las seis semanas de vida, pero no vuelan.
Normalmente se esconden entre las piedras o en las grietas próximas,
incluso, si les es posible, cambian de lugar en la repisa, recorriendo
muchos metros. Choussy asegura la veracidad del transporte de los pollos por
los adultos si el nido es visitado con frecuencia, tal como sucede por
ejemplo con el Cárabo Europeo. El mismo ornitólogo fue testigo de la danza
del Búho Real cuando pudo observar a corta distancia a un macho, que posado
en un pino frente al nido que contenía pollos de cinco semanas de edad,
realizaba movimientos alternativos de subida y bajada del cuerpo, poniendo
horizontal la cabeza a la vez que inflaba la garganta blanca que parece
tiene mucha importancia en
las diversas ceremonias de esta especie. Mientras representaba esta danza,
frente a él la hembra emitía en tono alto su voz «¡¡juu-ú!!» a intervalos
cortos. A
pesar de que en la Península Ibérica la especie ha disminuido notablemente
no existen en la Naturaleza prácticamente más enemigos para el Búho Real que
el propio hombre. La puesta es corta, pero la tasa de reproducción resulta
alta. ThioIlay comprobó para 28 nidos controlados con pollos, que uno
contenía cuatro jóvenes, tres sólo uno, once con tres y catorce con dos; es
decir, una media de 2,3 por nido. No
existen datos seguros que puedan dar una idea exacta sobre la mortalidad
natural de los búhos reales. Se sabe únicamente que una fracción no
despreciable de jóvenes perecen en el nido por hambre, luchas fratricidas y
canibalismo, y también a veces, como ya he dicho, de accidentes. El Búho Real es una
especie muy sensible a la abundancia o escasez de la alimentación, factor
ecológico preponderante que en opinión de Thiollay condiciona los otros. La
aparición de la mixomatosis en 1952-53 causó un fuerte impacto en la
densidad de poblaciones. En algunos lugares y en determinados años la
disminución fue tan drástica que osciló entre el 40% y el 90%, en especial en lugares donde
la alimentación se basaba exclusivamente en la captura de conejos. En el
norte de Iberia, donde las presas incluyen mamíferos y pájaros que pueden ir
desde un minúsculo ratón hasta un Urogallo Tetrao urogallus, la
alimentación, más diversificada, no puede ser un elemento tan condicionante.
De todas maneras también se apreció, como ya se ha indicado, una notable
disminución, por lo que deben existir otras causas no dependientes
únicamente de la dieta alimenticia. Y no son pocos los accidentes que el
Búho Real sufre en choques con las líneas de alta tensión eléctrica que
ahora, desafortunadamente para el paisaje, cubren toda la campiña ibérica.
Sobre el sedentarismo de esta especie en la Península Ibérica, Bernis (1967)
estima que «no es migrador, aunque probablemente los jóvenes y quizá
ocasionalmente los adultos, verifican movimientos dispersivos de moderado
radio. A estos movimientos pueden atribuirse las observaciones y capturas en
el noroeste de Africa (en especial Argelia) de búhos reales de la subespecie
hispanus que es la que habita en Iberia.» En
Europa está distribuida la especie muy desigualmente. Se reproduce desde
Laponia, Alemania, Francia central y mediterránea e Iberia hacia el Este por
Asia. Falta en las Islas Británicas y en muchas partes de Suecia y Alemania,
donde ha quedado completamente extinguida, aunque se han realizado intentos
de introducción artificial, muchas veces con éxito. Los
anillamientos no son abundantes y no ha habido ninguna captura de aves
europeas en la Península Ibérica, pero sí de búhos del norte de su hábitat a
regulares distancias hacia el Sur no superiores a 200 km. |