Bisbita Pratense

Anthus pratensis

Pocos passeriformes son tan abundantes y notorios en los campos ibéricos como el Bisbita Pratense Anthus pratensis. A primera vista puede haber confusión en la identificación de los bisbitas desde que sus plumajes son parecidos en una somera observación. La confusión debe estar sobre todo en el muy parecido Bisbita Arbóreo Anthus trivialis. El pratense tiene las partes superiores oliváceas con un ligero tinte amarillento no fácil de apreciar y muy rayadas de negro. En la cola llaman en seguida la atención las rectrices exteriores blancas, conspicuas sobre todo al iniciar el vuelo desde el suelo. Las partes inferiores son blancas con ligero matiz parduzco o beige y están muy rayadas con cortas listas longitudinales a veces más bien un moteado que alcanzan hasta muy abajo el pecho y los flancos. Las patas son pardo claro y en los pies destaca sobremanera la uña del dedo posterior desusadamente larga. El pico es fino y de color pardo, algo más pálido en la base. Los ojos son oscuros, casi negros y en conjunto este pájaro presenta una estructura grácil. Más que el muy parecido Bisbita Arbóreo que tiene en el dorso un color netamente pardo rayado de negro y las partes inferiores blancuzcas y rayadas en el pecho con listas más separadas y largas. Hay también en él un acusado contraste con el vientre que es muy blanco. Igualmente posee rectrices exteriores de la cola blancas, y cogido en la mano la uña del dedo posterior corta es rasgo inconfundible para separar ambas especies.

Los rasgos que se citan son importantes a la hora de distinguir un Bisbita de otro, pero fundamentalmente sus actitudes y la voz son factores más fáciles de observar y mucho más definitivos para la identificación, puesto que no siempre hay ocasión de ver juntas estas especies. El Bisbita Pratense es habitante exclusivo de campo abierto posándose en el suelo o en una prominencia del terreno como puede ser una roca, pero pocas veces en árboles y mucho menos en arbustos. Durante la época de la reproducción vive en praderas, páramos, campos arenosos y creo que con una preferencia especial por zonas de altitud media donde escaseen los árboles y el terreno esté bien despejado. Durante el invierno desciende de nivel y entonces frecuenta con preferencia extensos campos y pastos, tierras cultivadas, rastrojeras, etc. En el Cantábrico se le ve muy abundante en todos los campos costeros, aunque no falta más al interior, pero allí su densidad es menor. También visita orillas de playas, marismas, riberas y campos húmedos. Resulta difícil de ver en el suelo pues la hierba lo oculta completamente y a menudo casi hay que pisarle para que inicie el vuelo. Al hacerlo se destaca bien el color blanco de sus rectrices exteriores y sobre todo la costumbre de desplegar la cola y lanzar un grito de alarma inconfundible ¡¡pí-pi-pí!! También al volver a posarse, no lejos y observar la causa de su alarma, lanza un débil y fino ¡¡tissip!! Estos sonidos son emitidos también en vuelo directo, lo mismo un pájaro aislado que varios de ellos. Normalmente se posan separados y pudiendo observarlos desde una altura, se aprecia bien que mantienen una distancia entre sí no inferior a 2 metros. Con relativa frecuencia uno persigue al otro que se ha aventurado muy cerca. Sin embargo, al levantarse alarmados se agrupan para volar a no mucha distancia y caer de plomo al suelo, continuando allí su incensante caminar con pasos cortos y como agachados picoteando el suelo. A veces se de tienen y quedan inmóviles observando la aproximación de un intruso. No les asusta el ganado que pasta y se mueven con gran soltura entre las patas de las vacas, a menudo en compañía de lavanderas Motacilla alba. Esta falta de temor al ganado es aprovechada por muchas gentes para capturarlas vivas durante la noche. Sabido es que los bisbitas duermen en el suelo y están acostumbrados al sonido de los cencerros que porta el ganado. Pues bien, los pajareros aprovechan esto y provistos de un cencerro y una linterna recorren de noche los campos cogiendo fácilmente los bisbitas dormidos. Esta operación se efectúa en numerosos lugares de Iberia y las islas Baleares incluso con las alondras y otros aláudidos.

El canto del Bisbita Pratense es agradable, pero simple y lo emite sobre todo en vuelo de ascenso y descenso, éste con alas desplegadas y haciendo lo que se ha dado en llamar el paracaídas. Las notas débiles y musicales que lanza al subir, se aceleran y debilitan al bajar para terminar en un trino corto y característico. También canta cuando se posa en rocas, árboles, arbustos y sobre todo en cercas y alambradas y postes de campos, pero su voz es corta y el pájaro mira a uno y otro lado al cantar. Es curioso lo poco que canta este pájaro durante sus últimos días de invierno entre nosotros. Se nota así que la ocupación de un territorio para criar debe ser factor fundamental para el canto. A partir de los últimos días de febrero algunos cantan y revolotean mostrando un inicio del celo, pero no es hasta abril que su voz se hace persistente. Las parejas observadas en diferentes lugares de la zona Cantábrica a niveles por encima de 600 metros, estaban ya establecidas en mayo y continuaban allí en junio. El macho cantaba repetidamente y su voz era muy diferente de la del de Bisbita Arbóreo que ocupaba un territorio casi siempre cercano. Anthus trivialis cantaba con notable fuerza y sus ascensos y descensos eran más prolongados, menos verticales y sobre todo siempre el posadero era invariablemente un poste o un arbusto. Anthus pratensis cantaba débilmente, como con miedo, subía poco y bajaba en seguida al mismo suelo, quedando oculto. El Bisbita Arbóreo con mucha frecuencia continuaba las estrofas de su canto desde el posadero. El pratense permanecía silencioso o su voz era muy débil. En todo Anthus pratensis da la sensación de menos potencia, más suavidad.

El Bisbita Pratense se alimenta de insectos que captura entre la hierba, principalmente coleópteros y sus larvas, ortópteros, dípteros, hemípteros, himenópteros y larvas de lepidópteros. También pequeñas lombrices de tierra, arañas y parece que ocasionalmente semillas de plantas herbáceas.

El celo comienza a manifestarse en cuanto llega a su zona de reproducción. Las parejas se establecen pronto y muchas ya lo están en los últimos días de marzo. Posiblemente en buena parte de Europa donde los invernantes son escasos, los vuelos y el cortejo nupcial comiencen más tarde en abril. En Gran Bretaña y el norte de Francia muchos ya cantan con fuerza en marzo y presumiblemente ya se han establecido. La pareja pasa los primeros días alternando el macho los vuelos en vertical con el pavoneo ante la hembra, llevando en el pico una brizna de hierba. En todos los casos ambos sexos tratan de poner bien de manifiesto el color blanco de las rectrices externas de la cola, desplegando ésta y elevándola en vertical sobre su espalda.

Anida en una oquedad o depresión en el suelo ocultándola bien bajo un cepellón de hierba que sirve como visera o techo. Para ello prefiere campo abierto sin matorrales ni arbustos, marismas, dunas, parches húmedos en pastos. No falta en zonas altas y en páramos. El nido es difícil de encontrar por lo bien oculto que está y porque normalmente es de pequeño tamaño. Casi siempre está hecho de hierbas y tallos secos forrado en su interior con hierba más fina y algunos pelos o crines. La puesta normal consiste en 3-5 huevos, más a menudo 4 y ocasionalmente 6. Algunas de 7 son corrientes en zonas del norte de Europa. El color es variable desde el blanco grisáceo, el pardo o el rojizo hasta el rosado. Tienen puntos y manchas pardo rojizos y grises. A veces están punteados tan densamente que toda la superficie de la cáscara parece gris oscuro o parduzca o incluso beige. También hay algunos de color azul pálido y otros tienen rayas oscuras muy finas. Jourdain para 100 huevos colectados en Gran Bretaña da un promedio de medidas de 19,77 x 14,63 mm. con un máximo de 21,4 x 15,7 mm. y un mínimo de 19,1 x 14 mm. Verheyen para 44 obtenidos en Bélgica da una media de 19,1 x 14,2 mm. Las primeras puestas pueden encontrarse ya en la semana inicial de abril en zonas más meridionales de su área de distribución europea. Normalmente a finales de aquel mes y corrientemente en la primera semana de mayo. La incubación es afectuada por la hembra solamente y dura 13 días. Sin embargo, se han notado variaciones y puede estar entre 11 y 15 días (Verheyen, 13-14 días; Jourdain, 13-14 días; Harrison, 11-15 días). Al nacer los pollos están cubiertos por un plumón de color pardo grisáceo bastante largo y abundante. El interior de la boca es rojo carmín. No hay puntos oscuros en la lengua pero ésta tiene como pinchos blancuzcos. Los dos adultos ceban, más la hembra que lo hace con tanta intensidad que pronto dejan el nido, no más tarde de los 12 días de vida y con frecuencia si son molestados antes. (Jourdain, 13-14 días; Harrison, 10-14 días). No vuelan entonces y permanecen juntos entre la hierba donde siguen siendo atendidos, mostrando en esos días los adultos una alarma exagerada en cuanto algún intruso se acerca a la zona. Normalmente crían dos veces en la temporada, pero de forma ocasional pueden hacer hasta tres puestas.

El Bisbita Pratense se reproduce en la mitad septentrional de Europa desde el norte de Francia, Bélgica, Islas Británicas, Islandia, Alemania, Escandinavia y al Este hasta Rusia, pero faltando en toda la zona mediterránea y siendo esporádico en la mitad sur de Francia, Suiza, Italia, etc. En la Península Ibérica, no se ha descubierto ningún nido. Sin embargo, todas las primaveras se observan numerosas parejas dispersas por montes y laderas próximas a la costa que muestran mucho celo y los machos cantar continuamente día tras día en el mismo lugar. El descubrir estos nidos y confirmar así una regular aunque escasa reproducción en el norte Ibérico, es un trabajo que está por hacer.

A partir de los últimos días de septiembre y ocasionalmente antes se observa la llegada de bisbitas pratenses en Guipúzcoa y Cabo Peñas (Asturias), Muchas costean y otras llegan directamente del mar. Navegando a 11 millas de la costa Cantábrica son innumerables los grupos de bisbitas que se ven volar hacia el Sur en el mes de octubre y en los primeros 15 días de noviembre. Muchas veces estos pájaros siguen la línea costera sobre el mar hacia el Oeste, pero otras vuelan en dirección opuesta u oblícua. La fuerte lluvia los concentra en campos costeros y entre las piedras de las playas. Desde que ahora la línea mareal de las playas está repleta de desperdicios y en especial las que tienen ríos que desembocan en ellas o en sus proximidades, el Bisbita Pratense es pájaro muy numeroso allí. En casi toda Europa dominan los vuelos migratorios hacia el Sudoeste. En los pasos de los Pirineos occidentales y en Guipúzcoa y Vizcaya la llegada de bisbitas pratenses es verdaderamente masiva. Realmente no faltan en ningún campo de una extensa zona al Oeste de una línea ideal trazada desde Navarra hasta Cádiz. La densidad en ella es muy grande, pero no faltan movimientos migratorios otoñales en el resto de Iberia y las Baleares. Muchas sobrevuelan el Estrecho de Gibraltar y el Mediterráneo y llegan al norte de Africa donde en el mes de octubre se ven por todos los campos costeros y en muchos del interior. En Marruecos es un pájaro común a partir de la mitad de octubre y por la costa Atlántica son muchos los bisbitas que caen en las garras del Halcón de Eleonor Falco eleonorae y del Alcotán Falco subbuteo. La misma situación se produce en las Islas Baleares cuando millares de estas aves arriban cansadas volando muy cerca de la superficie del agua. Entre el 1 y el 20 de octubre de 1974, Thiollay y Perthuis (1975) observaron en el Campo de Gibraltar el paso de solamente 455 bisbitas pratenses. Hay que presumir que esta cifra es corta en exceso para las que se ven en Marruecos ya en esas fechas. Probablemente muchas pasan en vuelo alto y son difíciles de detectar.

El paso primaveral es menos espectacular, pero también abundante. Especialmente se acusa en la mitad occidental del Pirineo y en toda la costa Cantábrica. En los campos castellanos de Burgos y en los riojanos aumenta la densidad de este pájaro a partir de febrero. Los grupos no son numerosos, los forman 8-15 bisbitas, pero sí frecuentes por todas partes y el vuelo tiene ya una dirección franca hacia el Nordeste. La salida al mar es abundante en las costas de Santander y que en días de intensa niebla se concentren en playas y campos del litoral millares de bisbitas, acusa la existencia de un paso primaveral hacia el Este, sobrevolando el mar, que no apreciamos desde tierra en condiciones normales. Muchos son los que se posan en la cubierta de los buques que navegan cerca de la costa en días de niebla. Los últimos grupos se ven todavía hasta mediados de abril y son excepcionales más tarde.

La Península Ibérica es un importante cuartel de invernada del Bisbita Pratense que se reproduce en Europa. Muchos permanecen en las Islas Británicas y en Francia. Olas de frío los empujan hasta Iberia y entonces la concentración aquí es enorme como se comprobó, por ejemplo, en el duro invierno de 1962-63. El anillamiento masivo en toda Europa ha dado consecuentemente una gran cantidad de recuperaciones en la Península Ibérica y se conocen ahora bien muchas costumbres y movimientos de esta especie. Si fiel es a reproducirse en la misma zona donde nació o anidó el año anterior, no lo es menos a la hora de escoger el lugar para invernar. En España (Bernis, 1971) uno anillado en invierno en Sevilla (diciembre) fue capturado nuevamente al siguiente año (diciembre) en el mismo lugar. Igualmente en Cádiz otro anillado en septiembre ya estaba allí al septiembre siguiente y uno más, anillado en Badajoz en octubre, volvió y fue recogido en noviembre siguiente. Que este pájaro es un viajero incansable ya hace muchos años que quedó demostrado cuando uno anillado en Islandia el 26 de junio fue capturado en Peñarroya (Córdoba) el 19 de noviembre de 1928. Un notable viaje para un pájaro tan pequeño.

El anillamiento ha producido en Iberia incontables recuperaciones. Las ha habido de prácticamente todos los países europeos y las capturas están en proporción, lógicamente, a la afición que hay en cada región española a matar pequeños pájaros por uno u otro procedimiento. Muchos de los anillamientos se efectúan al paso y esto falsea ciertamente cualquier estimación del origen de los bisbitas que nos visitan en invierno. Pero muestra claramente las direcciones migratorias dentro de la Europa Occidental. Así, los anillados en las Islas Británicas se concentran con preferencia en la mitad occidental ibérica; los de procedencia francesa y Europa Oriental dan sobre todo recuperaciones en el centro-oriental de la Península y Baleares; anillamientos en Bélgica al paso por aquel país tienden al occidente ibérico, pero ya se recuperan algunas en la zona mediterránea; una distribución más igual por toda nuestra geografía muestran los anillados en los países escandinavos; muy occidental es la zona de recuperaciones de bisbitas islandeses, sin duda todas nativas (Alto Alemtejo, Baxo Alemtejo y Algarve en Portugal y Badajoz, Cádiz y Córdoba en España). En conjunto un notable contingente de bisbitas europeos es el que inverna en Iberia. Desde Rusia y Finlandia en el extremo nordeste del Continente, Islandia en la esquina más noroccidental y el lejano norte escandinavo, se inicia la migración otoñal en un amplio frente que converge sobre el sudoeste europeo y norte africano. La velocidad de vuelo es variable y distancias de 1.000-2.000 km pueden ser recorridas por lo menos en 20 días. Un Bisbita Pratense anillado en Islandia en septiembre fue capturado en Cádiz dos meses y 27 días más tarde lo que supone un recorrido de 3.400 km. hacia el Sur-sudeste.