Anade Rabudo Anas acuta
La estructura, diseño de
cabeza cuello y larga cola del Anade Rabudo Anas acuta, forman
un conjunto que resulta inconfundible para cualquier observador, aunque no
sea especialista en la identificación de anátidas. El nombre valenciano de
Cúa de jonc es posiblemente el más representativo de los que se le dan en la
Península Ibérica. La cabeza, garganta y
parte posterior del cuello del macho adulto tienen un color achocolatado
sobre los que destaca mucho el resto del cuello de color blanco que sube en
cuña hasta la altura de la nuca, formando un llamativo dibujo. El dorso y
los flancos son grises, finamente rayados de blanco. La parte posterior del
cuerpo es negra, notándose a los lados una mancha blanca que son en realidad
las rectrices exteriores de la plegada cola. Esta es una de sus
características más destacadas puesto que las dos rectrices centrales negras
se prolongan mucho y cuando el pato está posado las mantiene oblicuas sobre
la superficie del agua. Las plumas escapulares son «lloronas» o colgantes de
color negro ribeteadas de blanco. El espejuelo de las alas no es muy
conspicuo, bronce con poco brillo, amplio ribete interior negro, por delante
pardo anaranjado y el exterior blanco. El pecho y las partes inferiores son
muy blancas. Las patas son grises y el pico negro en la parte superior y
gris azulado en los laterales. Los ojos castaños apenas se descubren sobre
el oscuro fondo de la cabeza. La hembra es de aspecto
casi tan grácil como el macho y a pesar de tener un color general pardo
grisáceo moteado de blanco, que en cierto modo la asemeja a las de otros
patos, pronto sus actitudes y su largo cuello la distinguen. La cola no es
tan larga como la del macho, pero sí está claramente apuntada y sobresale
bastante por detrás de las plegadas alas. El vientre es blancuzco y está
profusamente moteado, detalle que se aprecia bien al volar. El espejuelo
alar es apenas visible, de color canela y con bordes blancos. El pico es
fino como el del macho y de color gris o verdoso, algo desvaído en los
laterales. Las patas son grises. Los machos jóvenes se
parecen mucho a las hembras adultas, pero la cabeza y el cuello son más
claros en contraposición con el dorso que es más oscuro y menos moteado. La
hembra carece de espejuelo o lo tiene apenas perceptible. Los machos en eclipse son
como las hembras, pero su espejuelo está mucho más marcado. Vistos de lejos
es difícil apreciar diferencia alguna. De cerca se nota que el plumaje de la
espalda es grisáceo o pardo gris, sin el moteado tan marcado de las hembras
adultas. El plumaje de estos machos se completa a partir de octubre, aunque
en noviembre muchos de los ánades rabudos que se ven en Iberia todavía
muestran restos de su eclipse. Sin embargo, la mayor parte de los rabudos
sufren el eclipse entre la mitad de julio y los primeros diez días de
septiembre. Al volar recuerda más al
Silbón Europeo que al Anade Azulón. Bate las alas muy rápidamente y aunque
pueda dar la impresión de que vuela lentamente, es tan grácil y elegante
volando como nadando en un estanque o andando por la tierra. Como otros
ánades al sobrevolarnos deja oír un sonido silbante en tono bajo. Es pato de aguas costeras
más que de zonas húmedas interiores y es escaso en éstas en todas las
épocas. Se le ve mucho en parejas o en pequeños grupos y frecuentemente
mezclado con otras especies formando bandos numerosos. También él en lugares
favorables puede concentrarse en grupos que sobrepasan el millar de patos.
Durante el día reposa tranquilo en lagunas y masas de agua extensas.
Probablemente es el más dado a alimentarse de noche y por ello rara vez se
le ve tratar de obtener alimento del fondo de lagunas y aguas someras. En
ellas alcanza fácilmente los fondos con su largo cuello y también levanta la
parte trasera como los demás patos de superficie, ayudándose con las patas.
Como anda con soltura y agilidad, se le puede ver comiendo en campos y
marismas, pero es muy tímido y pronto inicia el vuelo con gran facilidad,
elevándose casi verticalmente. Es un pato muy silencioso
y los machos, fuera de la época de la reproducción, apenas emiten un corto
silbido o un ronco y bajo graznido. Más ruidosas son las hembras, pero
normalmente se escuchan sólo en época de cría durante el cortejo. Cuando llega en otoño a
Iberia se alimenta fundamentalmente de plantas acuáticas que crecen en las
orillas de lagunas costeras y rías. Jourdain cita Zostera marina
y varias especies de algas. Pero fundamentalmente debe comer, igual que
otros ánades, semillas y plantas acuáticas como Potamogeton, Rumex,
etc. No desdeña los insectos, sobre todo coleópteros. Moluscos, crustáceos,
pequeños peces y anfibios, deben completar la alimentación de este pato de
costumbres crepusculares. Anida entre vegetación de
riberas, praderas y junqueras. No oculta mucho el nido, pero no por ello es
fácil de descubrir. La hembra lo construye con hierba seca y en él va
depositando mucho plumón durante la incubación. La puesta suele oscilar
entre 7 y 10 huevos pero 6 y 12 no son infrecuentes. Son de color
amarillento o verdoso pálido y su forma no es tan alargada como la de otros
patos. Jourdain da un promedio de medidas para 100 huevos obtenidos en Gran
Bretaña de 54,2 x 37,44 mm. Muy alargado uno de 61,9 x 38,7 mm. y muy
pequeño otro de 54,4 x 33,6 mm. Las puestas comienzan a primeros de mayo y
la incubación dura de 23 a 25 días. Al nacer, los pollos están cubiertos con
un plumón no muy diferente en diseño de los del Anade Azulón. A través de
los ojos tienen una línea sepia que se difumina en la nuca y sobre ella otra
blanca y este color reemplaza al amarillo de los pollos de Anade Azulón. El Anade Rabudo se
reproduce en Europa desde Islandia en el Norte, Gran Bretaña al Oeste (muy
escaso), norte de Alemania, Escandinavia, Países Bálticos y mitad
septentrional de Rusia y Siberia, llegando hasta las mismas costas árticas. En Iberia es un
nidificante escaso y esporádico, probablemente dependiendo de condiciones
meteorológicas favorables, como puede ser un final de invierno notablemente
húmedo. Las zonas más apropiadas donde ya se han descubierto algunos nidos
son las Marismas del Guadalquivir y determinadas lagunas de La Mancha. El Anade Rabudo es más
conocido en la Península Ibérica como invernante. Es un pato netamente
migrador cuyos primeros efectivos se ven en España ya en el mes de
septiembre, pero la mayoría no llegan hasta noviembre y aún después.
Inviernos especialmente duros con fríos siberianos, traen a nuestros campos
costeros y rías una gran cantidad de patos de esta especie. Se recuerdan en
especial en el Cantábrico los grandes bandos de rabudos que llegaron a las
costas en febrero de 1956 y en enero-febrero de 1963. Normalmente es allí un
invernante regular, pero escaso. Entre los grupos de silbones que merodean
por la costa y que luego se concentran en las rías, hay numerosos rabudos.
En las aguas de la bahía de Treto frente a Colindres (Santander), se ven
frecuentemente pequeños grupos a la subida de la marea. Lo mismo sucede en
las Rías Altas gallegas donde se une a los grandes bandos de penelope
y a platyrhynchos. Igual que la Ría del Eo concentra habitualmente no
menos de 3.000 penelope en días invernales, la de Santa Marta de
Ortigueira es escogida por los ánades rabudos y por los reales, aunque no
falta tampoco un buen contingente de silbones. En el viaje relámpago que los
Fournier realizaron por las costas cantábricas y galaicas en enero de 1969
calcularon el total de ánades rabudos en 1.400. La mayoría de ellos (970)
fueron vistos en la ría de Santa Marta de Ortigueira (La Coruña). El largo
viaje de 3.500 km. recorridos en 7 días dejó poco tiempo para la observación
alternativa de las mareas, situación que debe buscarse en cada lugar y cada
ría para poder estimar con cierta seguridad una población de anátidas
invernantes en el Norte. En los censos que se realizaron en enero de 1973,
1974 y 1975, sólo contados grupos de rabudos fueron vistos en las Rías Altas
gallegas. El Grupo Ornitológico Gallego realizó un censo en los primeros
días de enero de 1975 en la mayor parte de las rías de aquella región,
incluyendo también embalses y lagunas costeras. Como resultado de él y de un
total de 6.000 anátidas observadas, sólo 66 fueron con certeza identificadas
como Anas
acuta. De este total quedó excluida la Ría del Eo. En las costas portuguesas
la situación es similar y el Anade Rabudo es allí ave escasa como
invernante. Las Marismas del
Guadalquivir albergan una buena población de invernantes y Bernis y Valverde
(1972) calcularon allí en diciembre de 1967 no menos de 3.000 rabudos. En el
censo general realizado en enero de 1972 para toda España, se estimó la
población total en 9.000, con una superior densidad en Levante. Solamente en
la Albufera se contaron 8.000 ánades rabudos. Los censos aéreos de 1973
(noviembre) y 1974 (enero) en las Marismas del Guadalquivir dieron un número
muy bajo de invernantes: 500 y 150 respectivamente. Pero en la Laguna de Los
Toyos (Sevilla-Cádiz) había en enero 1.556. En enero de 1975 el Grupo
de Naturalistas del Sureste contó 639 Anas acuta en las
salinas de Sta. Pola (Alicante) y 400 en las de Sta. Fe de la misma
provincia. Más de 10.000 se veían en la Albufera valenciana. De todas
maneras quedan lejos las cifras que Pechuán (1972) daba para solamente los
ánades rabudos cazados en las tiradas del Vedado de Sueca en 1965-66: 9.000
ejemplares. La población observada en el Delta del Ebro es variable, pero no
desdeñable. En el invierno de 1973-74 no menos de 570 rabudos estaban
presentes. Pero también se contabilizaron cifras mayores otros años. Ante el cúmulo de cifras
y estimaciones realizadas puede concluirse que el Anade Rabudo es muy
susceptible a los cambios de tiempo. Fríos intensos atraen hacia nuestras
costas una notable cantidad. La mayor densidad con mucho, está en la zona
levantina y en las Marismas del Guadalquivir. Se cree que no menos de 25.000
rabudos invernan en años normales por las costas de Iberia con poblaciones
mucho menores por lagunas y pantanos del interior. Esta cifra se incrementa
mucho con olas de frío. Los anillamientos de este
pato han sido masivos en toda Europa y las recuperaciones muy numerosas, lo
que ha permitido estudiar bien sus movimientos migratorios y dispersiones
posgenerativas. Lebret (1950) considera que los machos adultos tienen
tendencia a alejarse mucho menos hacia el Sur que las hembras y los machos
jóvenes. Se produce así una desproporción grande en los cuarteles de
invierno sureños donde aquellas superan con mucho a los machos. En una zona
intermedia de invernada como Holanda, la presencia de machos viejos es
notoria y muy destacada la desproporción con las hembras, la mayoría de las
cuales han descendido más al Sur, hasta Francia y España. Las recuperaciones
de anillados son muy numerosas y Valencia acapara la mayoría ya que como se
ha dicho, las cacerías en sus vedados de Silla y Sueca acababan con un buen
número de rabudos. Los ánades anillados lo habían sido en gran proporción en
Holanda y Dinamarca, aunque también muchos procedían de Rusia, donde en el
Sur (desembocadura del río Volga) se concentran para la muda muchos millares
de ánades de esta especie. Además de en Valencia, se han recuperado rabudos
anillados en las provincias de Huelva, Sevilla, Cádiz, etc. y en Beira
Litoral y Ribatejo en Portugal. Esporádicas recuperaciones se han producido
en Vascongadas y Navarra de patos anillados en Holanda. |