Alondra Ricotí Chersophilus duponti
Aunque resulte dificil de
creer, en estos tiempos de tan cacareados avances tecnológicos, todavía
quedan especies de Vertebrados por descubir en nuestro país. Si hace unos
años era un Anfibio, el Ferreret (Alytes muletensis), ahora le toca
el turno a un Ave, la misteriosa Alondra Ricotí (Chersophilus duponti)
de las estepas ibéricas, que no es precisamente un recién llegado al solar
hispano, sino que, simple y llanamente, ha pasado desapercibida. La Alondra Ricotí no era,
sin embargo, una desconocida en España puesto que ya es mencionada en
distintos tratados de finales del siglo XIX y principios del XX como
Certhilauda duponti, nombre que hace referencia a su característico pico
que recuerda al de los agateadores. Mas recientemente se publican nuevas
citas e incluso se confirma su reproducción, lo que no impide que se
considere un «visitante muy raro procedente del Norte de Africa», área en la
que se le consideraba restringida. Estas ideas, divulgadas por las Guías de
Campo, han sido unánimemente aceptadas hasta principios de los 80, cuando la
proliferación de citas hace sospechar que la realidad podría ser bien
distinta. Ante este confuso
panorama, la S.E.O. llevó a cabo durante 1988 un estudio con objeto de
esclarecer el status y distribución de la Alondra Ricotí en nuestro país,
encuadrado en el proyecto de conservación y divulgación de las estepas
ibéricas promovido por la C.E.E. Los resultados obtenidos han sido bastante
sorprendentes, y confirman definitivamente la existencia de una población
ibérica que, según los datos obtenidos hasta el momento, estaría formada por
unos 13.000 individuos, repartidos por unas 50 localidades de la mitad
oriental de la Península. El área de distribución podría definirse
aproximadamente mediante un triángulo cuyos vértices serían las ciudades de
Burgos, Lérida y Almería. A pesar de que su número
es considerablemente superior al que nunca se había imaginado, no deja de
ser exiguo para un ave del tamaño de la Alondra Ricotí. Para hacerse una
idea, basta recordar que especies mucho mayores, como puede ser el caso de
la Avutarda Común (Otis tarda), cuentan con una población muy
similar. La escasez de la Alondra Ricotí es consecuencia de sus estrictos
requerimientos en lo referente al hábitat, que hacen que esté ausente de los
cultivos de cualquier tipo. Por esta razón, es sin duda una de las especies
esteparias que ha visto mermada su área de distribución en mayor grado, a
medida que se ha ido imponiendo el aprovechamiento agrícola en gran parte de
la Península Ibérica. Se trata, pues, de un ave completamente ligada a las estepas que
conservan al menos parte de su vegetación natural, que además debe presentar
una estructura determinada. Típicamente las zonas que ocupa la Alondra
Ricotí se caracterizan por la presencia de matorral de bajo porte (20-40 cm)
que deja descubierta buena parte del suelo, ya que las plantas anuales y las
herbáceas apenas se desarrollan en este tipo de sustratos. El otro factor
determinante es el relieve, ya que únicamente se encuentra en las zonas
llanas y con pendientes poco acusadas. Estos dos requerimientos excluyen las
formaciones de matorral cerrado (jarales, brezales, romerales, etc.), los
pastizales, las laderas y los cultivos, quedando así muy restringidos los
medios potencialmente adecuados para esta especie. Las zonas donde se
encuentra tienen un origen dispar. Por un lado están las formaciones de
matorral bajo de origen natural, donde la pobreza del suelo y/o las
condiciones climáticas extremas han imposibilitado el desarrollo de una
cubierta vegetal de carácter arbustivo o arbóreo. Es posible que la
distribución de la Alondra Ricotí, al igual que la de algunas aves
esteparías, estuviera inicialmente restringida a este tipo de áreas, para
posteriormente colonizar aquéllas otras que ha ido creando el hombre
mediante la destrucción del bosque y matorral mediterráneo. Además la
posterior utilización de muchas de ellas como zonas de pastoreo,
principalmente con ovejas, ha impedido su regeneración, manteniendo la
estructura de la vegetación que precisa. La relación entre las
zonas ganaderas y la distribución de la Alondra Ricotí es patente en la
mitad oriental de España. De hecho, el núcleo más numeroso se encuentra en
los páramos del Sistema Ibérico, principalmente en Soria y Teruel,
provincias cuya tradición ganadera se remonta a la época de la Mesta. En
estas zonas, cuya importancia era totalmente desconocida hasta la
realización de este estudio, se localiza nada menos que el 68% de la
población. Los aulagares (Genista scorpius) y cambronales (G.
pumilla) son aquí las formaciones vegetales dominantes, y se encuentran
a altitudes superiores a los 1.000 m. Este tipo de paisaje se aleja bastante
del que se suponía idóneo para un ave presuntamente termófila y de carácter
mediterráneo estricto. La otra subpoblación
importante se sitúa en el Valle del Ebro, principalmente en Zaragoza y
Navarra, pero con unos efectivos bastantes menores (28% del total). Estas
zonas se encuentran a menor altitud y tienen una vegetación muy diferente a
la de los páramos del Sistema Ibérico, como consecuencia de su mayor aridez
y de la presencia de sustratos con alta proporción de yesos. Sin embargo, la
cabaña ganadera también es numerosa, a pesar del considerable incremento que
está experimentando la superficie de cultivo, en especial los regadíos. Las restantes zonas
apenas tienen relevancia, puesto que sólo reúnen el 4% de la población. Se
trata de pequeños núcleos, generalmente distantes entre sí, que se pueden
agrupar en tres regiones: los páramos burgaleses, La Mancha y las estepas
del SE (Almería y Baza). Sus diferentes características ponen de manifiesto
la plasticidad de la Alondra Ricotí ante factores como la altitud (en
Almería, por ejemplo, se encuentra casi a nivel del mar) o la composición
específica de la vegetación (en La Mancha y Granada son saladares; en Burgos
son páramos en la zona de contacto con la franja eurosiberiana y su visita
es altamente recomendable para los que piensan que la Alondra Ricotí es algo
parecido a un tuareg invasor, ya que aquí algunas parejas nidifican a pocos
metros de ¡un bosque de hayas!). En las dos principales
subpoblaciones, la de los páramos y la del Valle del Ebro, el modelo de
distribución es similar: la mayor parte de los efectivos se concentra en una
extensa área, que está rodeada de pequeños núcleos con pocos individuos, que
aprovechan rodales dispersos de reducido tamaño. Algunos de estos se
encuentran en situaciones poco habituales; así, encontramos parejas
completamente aisladas y otras que viven en terrenos casi totalmente
aterrazados. Es probable que estos emplazamientos sólo puedan ser ocupados
cuando existe algún núcleo importante en su proximidad que facilite su
colonización. El patrón es muy distinto en las tres restantes
subpoblaciones, constituidas por pequeños núcleos dispersos, cuyo tamaño
mínimo en los casos de mayor aislamiento se sitúa en torno a las 5 parejas. A pesar del
desconocimiento de importantes aspectos de la biología de la Alondra Ricotí,
como la alimentación, reproducción, invernada, etc., pueden apuntarse las
líneas generales que han de seguirse para su conservación. En primer lugar
es preciso tener en cuenta que la protección de una especie tan
estrictamente ligada a las estepas naturales ha de plantearse de forma
distinta a la de otras aves que viven o pueden adaptarse a las estepas
cerealistas, cuyo representante más característico puede ser la Avutarda.
Hasta la fecha, la política de conservación de las estepas (¿existe?) no ha
tenido en cuenta los eriales y baldíos, considerados tradicionalmente
mesiánicos de redención, leáse repoblaciones salvajes en los páramos e
implantación de regadíos inviables en las estepas del Valle del Ebro. Actuaciones similares han
repercutido muy negativamente sobre la Alondra Ricotí, varias de cuyas
poblaciones, como las de Alfés (aérodromo), Alcañiz (puesta en cultivo) y
Baza (regadíos), están en peligro. Mas grave es, si cabe, la falta de
protección de los principales núcleos, ya que las Reservas promovidas por la
S.E.O. apenas albergan el 2% de la población, cuando en sólo 6 zonas, 4 en
los páramos ibéricos y 2 en el Valle del Ebro, se concentra el 76% de los
efectivos. Sería deseable que, junto al mantenimiento de la ganadería como
principal aprovechamiento, se plantease la aplicación de alguna de las
figuras de protección que contempla la ley, al menos en alguna de estas
áreas. Porque no deja de ser paradójico que la actual red de espacios
protegidos apenas incluya los medios esteparios, siendo estos los paisajes
españoles que cuentan con un mayor número de especies endémicas o casi
exclusivas en relación al resto del continente europeo. El título de este artículo de la Garcilla, número 74 del año1989 se
titula Aves en la lista roja, y es de Vicente Garza y Francisco Suarez. |