Aguilucho Pálido
l Aguilucho Pálido
Circus cyaneus es un ave de presa de aspecto grácil imposible de
confundir con otra especie a no ser con los demás aguiluchos que se
reproducen en Europa, con los que ciertamente existe mucha semejanza y
debe extremarse el cuidado en su identificación. El macho adulto tiene un plumaje por completo
diferente del de la hembra y los jóvenes. Todas sus partes superiores son de
color gris pizarra pálido, excepto el obispillo, que es blanco y muy
llamativo cuando se le ve en vuelo. La cabeza, dorso de las alas y la cola
son grises. La garganta y el pecho también son grises, pero quizá con un
tono azulado según la incidencia de la luz, y el resto de las partes
inferiores blanco puro. En el extremo de la cola tiene una estrecha franja
blanca que se ve bastante cuando nos sobrevuela. La cera del pico y las
patas son amarillas, careciendo los tarsos de plumas. El pico y las uñas son
negros y el iris amarillo naranja brillante. Al volar muestra muy destacadas
las primarias negras con puntas blancas y una línea estrecha y oscura en el
borde posterior de las alas. Con fuerte contraluz, las plumas secundarias
traslucientes pueden hacer el efecto de un nuevo color, con lo que las alas
tendrían tres tonos diferentes. Cuando el pájaro mira de frente se le
aprecia bien un círculo de plumas cortas y ligeramente rizadas que enmarcan
la cara y que le dan el característico aspecto de búho. La cola por debajo
es blancuzca y está listada transversalmente de gris. La hembra adulta tiene la
cabeza y la nuca de color marrón oscuro con bordes claros en las plumas, lo
que le da un aspecto rayado. La espalda y el dorso de las alas son marrones
con un ligero tinte dorado en las cobertoras medias y pardo uniforme en las
secundarias, sólo apreciable con buena luz. El obispillo es muy blanco y
conspicuo cuando vuela. La cola grisácea tiene franjas marrones o marrón
rojizo, la última algo más ancha y el borde final blancuzco, fácil de
apreciar cuando despliega la cola. El círculo facial se extiende hasta la
garganta en una línea oscura. La coloración de la cabeza carece del
contraste de la del Aguilucho Cenizo
Circus pygargus, pero este detalle solamente es visible muy de cerca.
Las partes inferiores son de color pardo pálido onduladas de negro o
negruzco. Los ojos tienen el iris marrón amarillento y las patas y la cera
son amarillas. Los aguiluchos inmaduros se
parecen a la hembra, pero las plumas de la parte superior tienen los bordes
más pálidos y pronunciados, especialmente en la cabeza y nuca, y
un color general más rojizo, sobre todo en las partes inferiores. Los ojos
son marrones, la cera verdosa y las patas amarillas. El Aguilucho Pálido es más delgado y con alas más
estrechas que el Aguilucho Lagunero Occidental Circus aeruginosus,
pero más grande y con alas más anchas que el Aguilucho Cenizo y además
parece al volar poseer unas alas más cortas que las de las otras especies.
Visto de frente cuando se cierne lleva invariablemente las alas formando una
V abierta, pero al planear esta especie muestra algunas veces una mayor
tendencia que otros aguiluchos a llevar las alas más planas y muy
ocasionalmente ligeramente arqueadas. En vuelo activo se parece al Aguilucho
Lagunero, pero bate las alas más rápidamente y los planeos intercalados son
más cortos. El color blanco del obispillo, que identifica bien al Aguilucho
Pálido, puede originar confusión cuando se ven inmaduros de Aguilucho
Cenizo, que, en ocasiones, también lo tiene muy destacadamente blanco y
extenso. Ya se ha visto cuán grande es la diferencia en la
coloración entre machos y hembras, lo que excluye cualquier confusión en la
identificación, pero, además, hay que notar que las hembras son
considerablemente mayores que los machos y son menos gráciles al volar. Resumiendo, y para evitar la
confusión en el campo a la hora de diferenciar los machos de Aguilucho
Cenizo y de Aguilucho Pálido, tendremos en cuenta que este último tiene en
su estructura: un cuerpo más grande, más fuerte y más rechoncho; alas menos
estilizadas, más anchas y más cortas; cola más corta y más ancha. En el
color: solamente las primarias negras; carece de línea negra en las
secundarias, que son grises; obispillo ancho y blanco puro; no tiene los
costados rayados. Mucho
se puede escribir sobre las actitudes y la conducta en el campo del
Aguilucho Pálido. Pero para las personas no acostumbradas a ver este aguilucho, que en la
Península Ibérica se reproduce en una estrecha franja no rebasando mucho
hacia el sur la Cordillera Cantábrica ni las estribaciones de los Pirineos
occidentales, es necesario insistir en algunas características de su
comportamiento observadas en el campo y que no coinciden con las de su
congénere y mucho más abundante
en Iberia el Aguilucho Cenizo. Ciertamente que se requiere alguna
práctica para distinguir los machos de las dos especies y los datos
señalados arriba pueden ayudar mucho. Pero también el diferente hábitat
puede tomarse como importante dato a la hora de establecer las especies.
Circus cyaneus ocupa con preferencia en nuestra
Península páramos de montaña media con vegetación arbustiva y laderas con
prados, rehuyendo los bosques y volando habitualmente por laderas orientadas
al Norte y Nordeste, pero estableciéndose para criar en lomas orientadas al
Sur o Sudoeste. Cuando
vuela, lo hace, sobre todo el macho, a muy poca altura del suelo, con
frecuencia entre 1,5 y 2 metros, pero en
ocasiones a 10-30 metros. En vuelo de caza a tan baja altura miran continuamente hacia
abajo, escudriñando todos los rincones, y es sorprendente comprobar con
cuánta facilidad van rebasando las irregularidades del terreno, siguiendo el
contorno de los prados y apareciendo y desapareciendo de la vista del
observador. Siempre se dice que vuelan lentamente, pero no es así, pues en
pocos minutos se los ve recorrer grandes distancias y desaparecer de nuestra
vista. Más de una vez su forma de volar ha sorprendido a un observador no
experimentado, que cree ver una gaviota Larus spp.
volando a ras de los campos. También frecuentan
zonas húmedas y marismas, pero casi siempre en migración En los lugares
donde su hábitat se sobrepone, las hembras de los aguiluchos pálido y cenizo
son muy difíciles de diferenciar a no ser cuando son vistas muy de cerca. En
cambio, el obispillo blanco de los machos en la especie cyaneus
es nota bien apreciable
aun a considerable distancia. Se posa con frecuencia en el
suelo, pero más a menudo en un arbusto, un poste de una cerca o en una
piedra prominente de un muro.Cuando el aguilucho está posado ofrece una
actitud más bien grotesca con sus largas patas desnudas de plumas y su
cabeza de búho, muy diferente ciertamente de la grácil silueta que tiene al
volar. Es una de las aves de presa más activas que existen y vuela con mucha
frecuencia. Brown y Amadon estiman que permanece en vuelo aproximadamente el
40 por 100 del día y quizá vuela 160 kilómetros diariamente. Es muy agresivo en ocasiones para las otras aves de
presa, atacándolas sin dudarlo, lo que también corrobaran Brown y Anadon,
que limitan esta agresividad al lugar donde se establecen para anidar. Durante la reproducción, si ya
han nacido los pollos, al aproximarse un intruso al nido los adultos
realizan pasadas a baja altura acompañadas de continuos chillidos. También
los mismos pollos cuando aún tienen pocos días son bastante fieros y al
tratar de cogerlos echan las garras hacia adelante y abren el pico
amenazadoramente, produciendo un resoplido que sin duda ahuyentará a muchos
depredadores. Con tiempo húmedo la actividad
de los aguiluchos se reduce considerablemente, permaneciendo entonces la
mayor parte del día posados. Los días soleados, en cambio, su actividad se
inicia ya al amanecer. El
Aguilucho Pálido, que es silencioso durante los vuelos migratorios y en
general fuera de la época de cría, se vuelve muy ruidoso cuando ocupa un
territorio para anidar. Mucho más cuando está cerca del nido, alarmándose
entonces por cualquier motivo. Al aproximarme al posadero de la hembra ésta
llama excitadamente con un penetrante y repetido «!!kíkí-kí ! !», emitido
en tono más alto que el mismo sonido del macho, que es también más débil.
Una vez iniciada la cría, la hembra emite un «¡¡quía-quíaa!!» en tono alto y
repetido al sobrevolar el nido. Cuando el macho se acerca al nido con
comida, llama a la hembra con un suave «¡¡chek-chek!!». También este sonido
parece ser una señal de alarma para el macho cuando ve que un intruso se
aproxima. Repitiendo varias veces «¡¡kek-kekkek!!» hace salir a la hembra
del nido, sobrevolando los dos con la típica voz de alarma, no muy diferente
entonces de la que emite el Cernícalo Vulgar Falco tinnunculus
en las mismas circunstancias. Se ha
hablado cómo es el vuelo de caza del Aguilucho Pálido. Su aparentemente
lento sobrevolar praderas, monte bajo y arbustos, siguiendo las
irregularidades del terreno a poco más de un metro de altura, le proporciona
una gran ventaja sobre muchos pequeños animales terrestres y pájaros que anidan o andan por el suelo y a
los que captura, deteniendo su vuelo, elevando las alas hasta formar una V
bastante cerrada y cayendo sobre la presa con las garras por delante. Cuando
falla la captura salta por el suelo sin plegar las alas con gran agilidad.
También a veces se eleva nuevamente, gira planeando y repite el ataque. Las
aportaciones a los nidos por el macho muestran una enorme variedad de presas
cuya enumeración haría interminable este estudio. Creo que es entre las aves
de presa una de las más versátiles en su alimentación, adaptándose
perfectamente a las condiciones ecológicas de cada zona. En los países
nórdicos europeos extraña, sin embargo, cuánta influencia pueden tener en su
reproducción los llamados «años de depresión» correspondientes con la
escasez de ratones y roedores lemmings. Entonces los aguiluchos fallan en
sacar adelante a sus crías. Incluso en estos años muchas
hembras mal alimentadas no consiguen efectuar la puesta de los huevos, y de
éstos, los que eclosionan, las crías nacidas perecen de hambre. En el norte
y noroeste de la Península Ibérica no se producen estos «años de depresión»
y los aguiluchos encuentran abundante alimento para cebar a sus pollos.
Normalmente los pequeños mamíferos, sobre todo micromamíferos, pájaros de
pequeño y mediano tamaño, ranas, culebras, lagartos y lagartijas e
innumerables insectos, constituyen la extensa dieta del Aguilucho Pálido en
Iberia.
Castién, Elósegui y Senosiain (1973) en el valle de Aranguren, en zona media
de Navarra, observan en junio a una hembra que captura y devora un macho de
Collalba Gris
Oenanthe oenanthe.
Los mismos ornitólogos estudian un nido situado también en Navarra a una
altitud de 600 metros y construido en el suelo entre abundante tojo, brezos Erica spp.,
boj Buxus spp. en pequeño claro de robledal y zona de cultivo de
cereales. Determinan en él restos de Codorniz Coturnix coturnix
(4), paseriformes sin ident. (4 poll..), paseriformes (6 adultos sin
ident.), Escribano Soteño Emberiza cirlus
(2), Alondra
Alauda arvensis
(1 ), Gorrión Común Passer domesticus
(2), Mosquitero
Phylloscopus spp. (1
poll.), Triguero Emberiza calandra (1 ), Escribano
Emberiza spp. (1 ). Llama
la atención la ausencia de roedores y en general de pequeños mamíferos en
las presas registradas en Navarra. Muchos de los pájaros capturados por los
aguiluchos son jóvenes en sus primeros vuelos o pollos en nidos situados en
el suelo. A partir del mes de junio los insectos forman una parte muy
importante en la dieta, especialmente los grillos campestres
Grillus spp. Se
dice que el aguilucho puede capturar mamíferos hasta del tamaño de un
gazapo. Presas mayores que se citan como transportadas a los nidos
probablemente son de mamíferos o pájaros enfermos o heridos. La captura de
pájaros en el aire es rara y la mayoría de las presas son cogidas en el
suelo como ya se ha descrito. Brown y Amadon calculan las necesidades
diarias de alimento en 100 gramos de promedio para la hembra en mal tiempo y 42
gramos para el macho con buen tiempo. La
mayoría de los aguiluchos llegan al norte de la Península Ibérica en la
última quincena de marzo. Primera observación para un macho el día 9 del
mismo mes y para la hembra el 18. En general llegan antes los machos y pocos
días después, 3 ó
4, las hembras. Todos ocupan el mismo
territorio donde criaron el año anterior si han sobrevivido al invierno.
Pronto, en la última semana de marzo, la hembra ocupa y vigila el pequeño
territorio, permaneciendo mucho más visible y siendo más notoria, por sus
gritos de alarma emitidos continuamente, que el macho, que vuela grandes
distancias, casi siempre superiores a cinco kilómetros en línea desde el
territorio del nido, por lo que aparenta estar mucho más tiempo ausente,
mientras la hembra no suele cazar a mayor distancia de 1.000 metros. En los primeros días siguientes
a la llegada, los vuelos a bastante altura y los planeos en círculo,
cerniéndose frente al fuerte viento, son muy frecuentes. Cada pareja de aguiluchos ocupa
un territorio dividido en dos partes. Una zona de caza de gran extensión
recorrida únicamente por el macho y que incluye toda la campiña circundante,
campos de cultivo, praderas, aguazales, monte bajo y laderas, etc. Otra
donde está el nido, vigilada y ocupada con gran fidelidad por la hembra, en
la que tiene varios posaderos habituales. Cuando caza lo hace solamente en
ella o en sus proximidades. El primer territorio es muy extenso y puede
superar los 25 km. cuadrados, mientras que el segundo no supera normalmente
1 km. cuadrado. En abril ya comienzan los
vuelos nupciales estos vuelos y acrobacias resulta en verdad un
espectáculo fascinante. Mientras la hembra permanece posada en un poste o
una roca como indiferente, aunque no tanto, el macho se lanza en picado
repetidas veces desde una altura no inferior a 20 ó 25 metros, a veces hasta
60 metros, y al llegar a escasa distancia del suelo se vuelve a elevar en
cada picado, girando a la vez el cuerpo en el aire y ascendiendo cada vez a
menor altura. Repentinamente la hembra inicia el vuelo y comienza a elevarse
hasta considerable altura, donde se le une el macho y ambos, pico al viento
y acompañándose con continuos chillidos, parecen jugar o pelearse, picando
la hembra hacia el suelo, seguida a corta distancia del macho, y cuando
aquélla inicia una nueva ascensión se vuelve del revés y presenta al macho
las garras sin llegar a tocarse. Bannerman califica estos vuelos nupciales
del Aguilucho Pálido como uno de los más notables espectáculos del mundo de
los pájaros. Para él los «picados» son efectuados por el macho en la forma
ya descrita mientras la hembra vuela en círculos bajo él. Estos vuelos
suelen servir para localizar bien la zona donde se ha de construir o está ya
hecho el nido, pues invariablemente la hembra o ambos adultos se posan
finalmente en el lugar elegido para anidar. El nido es construido
enteramente por la hembra y lo hace en el suelo casi siempre, aunque también
con frecuencia sobre un tojo aplastado. Si se conserva la estructura del año
anterior, no la usa, pero puede recoger el material de ella para hacer el
nuevo nido, que nunca está muy alejado del antiguo. Suele usar para ello
hierba seca y pequeñas ramas secas de tojo. Es muy somero y realmente
pequeño, no más de 45-50 cm. de diámetro y 7-10 cm. de espesor, y si no
fuera porque alrededor de él los pájaros aplastan toda la vegetación sería
muy difícil de encontrar. Aunque a veces se dice que el Aguilucho Pálido es
un pájaro esquivo que huye de la proximidad del hombre o de sus viviendas,
la realidad no parece ser así. Un nido encontrado hace años en Asturias
estaba situado en una pequeña hondonada bordeada de tojo a solamente 10
metros de una carretera comarcal muy transitada, volando de él tres jóvenes
aguiluchos sin novedad. Bannerman cita también casos de 3 nidos construidos
a sólo 10 metros de distancia de las vías del tren en la línea
Oslo-Trondhein (Noruega), por la que pasan varios trenes al día. En el
norte de Iberia la puesta comienza en la segunda quincena de abril y a menos
que el tiempo sea frío y lluvioso, situación desafortunadamente bastante
frecuente, en los últimos días del mes la puesta está ya completada. Esta
varía entre cuatro y seis huevos, más a menudo cinco, dejados con intervalos
de 48 horas normalmente, aunque mayores espacios entre uno y otro se han
comprobado en otros países europeos, pero no en Iberia. Los huevos son de
color blanco azulado pálido y muy esféricos. Witherby da para 100 huevos
obtenidos en Gran Bretaña un promedio de 46,23 X 36,13 mm. La incubación sólo por la hembra comienza
con el segundo o tercer huevo, aunque en estos primeros días no lo hace
continuamente y está mucho tiempo fuera del nido como si desconfiara del
sitio elegido. El macho se encarga de aportar las presas y lo hace de forma
muy original. Cuando se aproxima al nido llama de forma característica y
sale entonces la hembra a su encuentro. Bannerman describe así la operación
de «entrega del testigo». Cuando los dos aguiluchos se acercan, el macho se
mantiene ligeramente más alto que la hembra. Ella se acerca más, gira hacia
él y llama con voz suave. Esta es la señal para él soltar la presa que
inmediatamente la hembra recoge en el aire. Otras veces la coge de las
mismas patas de su pareja antes de que éste la suelte. Los fallos en la
«entrega del testigo» son muy raros y los pájaros han desarrollado ya una
gran habilidad. Las salidas del nido de la
hembra no son infrecuentes, pero muy cortas en el tiempo y casi siempre,
como llovido del cielo, aparece el macho, que, sin embargo, no incuba,
limitándose a permanecer de pie al lado del nido hasta que aquélla regresa,
y, curiosamente, suele muchas veces traer un pequeño ratón despedazado como
si no considerase suficiente la comida que su pareja le suministra. La incubación dura entre 29 y
30 días, pero puede prolongarse tres o cuatro días más hasta que nacen todos
los pollos. Se dice que al fallar la primera puesta pueden efectuar otra de
3 huevos. Los pollos recién. nacidos están cubiertos de un plumón muy
blanco, y Bannerman comenta que estos pequeños aguiluchos con los grandes
ojos cerrados, parecidos a los de un búho, rodeados de anillos de color
marrón tienen la apariencia ridícula de una persona corta de vista que trata
de escudriñar a través de sus lentes. Los
primeros 8-10 días la hembra permanece sobre los jóvenes alimentándolos con
las presas que ya trae despedazadas el macho. A los 20 días, comienzan a
salirles las plumas que ya les apuntaban a los 8 días. Por entonces crecen
rápidamente y abandonan el nido escondiéndose entre los arbustos a no mucha
distancia, 3 ó 4 metros, pero volviendo al nido para ser cebados, por la
noche o cuando llueve intensamente, momento en el que la hembra los cubre.
Al aparecerles las plumas ya pueden diferenciarse los sexos. Las hembras,
mucho mayores, quedan las últimas en el nido y los machos salen de él
primero, aunque sólo dos o tres días antes. Bannerman estima que aparte del
diferente tamaño, una importante distinción de los sexos la constituye el
color de los ojos. Al principio todos los pollos tienen el iris de color marrón grisáceo. Más tarde se
oscurece en las hembras hasta ser marrón rojizo, mientras en los machos se
aclara, quedando gris ceniciento con un anillo marrón claro alrededor de la
pupila. Efectúan los primeros vuelos a
los 31-35 días y los hacen en compañía de los adultos. Siempre estos vuelos
de entrenamiento son muy semejantes a los que los adultos efectúan durante
el celo. Los «picados» son frecuentes y se pueden distinguir bien los
jóvenes por su torpeza. En esta época permanecen mucho tiempo en vuelo cerca
de la zona del nido y la mayor actividad la tienen en las horas del
atardecer. Pronto aprenden la técnica del traspaso aéreo de las presas, pero
todavía no son completamente independientes o por lo menos permanecen
agrupados y todos a la vez desaparecen del territorio en el mes de
septiembre. La bigamia e incluso la
poligamia que muchos ornitólogos han atestiguado para esta especie, es causa
frecuente de pérdidas en los nidos. Cuando un macho tiene que atender a dos
o tres nidos, las hembras se ven obligadas a cazar ellas muy a menudo,
abandonando los pollos que de esta manera sufren las consecuencias de los
depredadores y de los agentes atmosféricos. En estudios muy completos
realizados en Gran Bretaña sobre 299 nidos en 13 años, de 999 huevos puestos
por los aguiluchos, 421 eclosionaron, pero solamente dejaron los nidos 277
jóvenes, un 27,7 por 100 de todos los huevos, lo que da un promedio por
pareja y año de 1,3. Se estima asimismo que el 60 por 100 de los pollos
mueren antes de cumplir el primer año y el 70 por 100 antes de la madurez.
De estos datos se puede concluir con Brown y Amadon que los adultos pueden
tener un promedio de vida de 7 años en estado salvaje y raramente alcanzar
los 16 años. Se han conocido hembras que han criado por 6 ó 7 años
consecutivos. En Europa, el Aguilucho Pálido
se reproduce en Escandinavia, Gran Bretaña, ahora también en el sudoeste de
Irlanda, norte de Portugal, noroeste y norte de España y a través de Europa
(excepto el extremo sur) hacia el Este por Rusia y Siberia. En la Península Ibérica ocupa
una pequeña zona del norte de Portugal, aunque parejas aisladas se han
observado más al Sur. No parece escaso en Tras os Montes, y en parte de
Galicia su área de cría se sobrepone con la del Aguilucho Cenizo. En la
región cantábrica tiene una buena densidad, y en Guipúzcoa y Navarra es un
nidificante regular, aunque en la primera provincia la alta densidad de
población humana y la intensa repoblación de todos los montes con Pino
insigne Pinus radiata, redujo su densidad. En Asturias es bien
conocido y lleva nombres relacionados con el color del plumaje del macho: se
le llama Ave blanca, Blanquín, etc. También en Galicia está bastante
extendido, sobre todo por tojares. Su área de nidificación rebasa muy poco
hacia el Sur la Cordillera Cantábrica aunque se han observado parejas
esporádicas más al Sur (Palencia), durante la época de reproducción. Es un migrador notorio en toda la Península
Ibérica; probablemente se trata de parte de la población europea que penetra
en la Península Ibérica, donde inverna desparramada por todo el país. Bernis cita un Aguilucho Pálido
anillado en Escocia y recuperado en Basses Pyrénées (sudoeste francés). Dos
más, anillados en Alemania oriental, fueron capturados, uno en noviembre en
Beira Litoral (Portugal) y otro, sin determinar localidad, en España. |